No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

domingo, 29 de mayo de 2011

La belleza y el dolor de la batalla de Peter Englund, y el universo sentimental de la historia.

La belleza y el dolor de la batalla (Ed.Roca) no es un ensayo y tampoco trata un tema de actualidad, ni siquiera hace una interpretación de la I Guerra Mundial en la que transcurre, por lo que no sería en principio objeto de comentario en El Polemista, pero realizar un blog sobre libros y no comentar este después de leerlo no es fácil, porque estamos ante una obra excepcional.
Peter Englund, especialista en narrativa histórica, ex corresponsal de guerra e historiador, ha logrado reproducir el universo sentimental de la contienda relatando la vivencia de veinte personajes reales (con retratos incluidos) que abarcan toda la cotidianidad de la Guerra, siempre desde el punto de vista personal. Y el resultado es fabuloso, porque a través de las páginas de este libro desfilan desde un piloto belga a un húsar austrohúngaro, un cirujano americano o una enfermera rusa… así hasta completar la veintena de personas, casi todas muy jóvenes y en todas las localizaciones imaginables, Mesopotamia, Balcanes, África del Este…
El método narrativo empleado se trata de una sucesión de pequeños textos ordenados cronológicamente a través de los cuales se sigue con todo detalle el conflicto siempre desde los sentimientos y la percepción de los personajes.
Por poner un ejemplo así se narra la matanza de armenios a manos de los turcos por los ojos de Rafael Nogales, un oficial venezolano que combate en el ejército otomano:
“Durante toda su estancia en Van, De Nogales solo verá a tres armenios vivos de cerca: un camarero, un intérprete y un hombre hallado en el fondo de un pozo en el que, tras huir de los suyos por motivos desconocidos, había pasado nueve días. Este último es interrogado y alimentado hasta que recobra medianamente las fuerzas; acto seguido es fusilado sin mayores preámbulos” Destaco este texto no porque explique mucho del libro, si no porque sin la más mínima “truculencia” el autor es capaz de explicar los momentos más duros de la Guerra dando como resultado un cuadro estremecedor de cómo y qué se vivió en aquellos acontecimientos. Las experiencias de los personajes son atroces (algunos mueren, otros son hechos prisioneros, los hay vencedores…) pero al estar contadas desde un punto de vista cotidiano el efecto es sorprendente.
Y el último fragmento de este La belleza y el dolor de la batalla, no podía ser otro que este:
“Guillermo II fue el primer emperador alemán que tendió la mano conciliadora a los dirigentes del marxismo, sin darse cuenta de que los villanos no saben del honor. Mientras en su diestra tenían la mano del emperador con la izquierda buscaban el puñal.
Con los judíos no caben compromisos; para tratar con ellos no hay si no un “sí” o un “no” rotundos.
¡Había decidido dedicarme a la política!”. En efecto, se trata de un extracto de Mi Lucha donde Hitler anuncia que se dedica a la política.
En fin, este libro es fantástico y no puede ser ignorado por nadie que tenga interés en comprender la I Guerra Mundial. Y otra cosa que no quiero pasar por alto: Roca Editorial ha hecho una edición extraordinaria que incluye retratos de los personajes, fotos explicativas, cronologías, magnífica bibliografía y gran apartado para las notas. Un libro sobresaliente.
Y además hay que felicitarse por el hecho de que varios historiadores se están volcando en la narración de la historia a través de los mapas sentimentales y humanos por encima de las frías fechas o simple descripción de los hechos. Ya en El Polemista, se ha destacado el más que recomendable Europa contra Europa de Julián Casanova (http://elpolemista.blogspot.com/2011/04/europa-contra-europa-de-julian-casanova.html ) donde a través del ensayo histórico también trata el lado de la vivencia humana y su estado de ánimo en las primeras décadas del siglo XX. Quizá aquel sea la lectura recomendable después de haber leído el libro de Peter Englund.

domingo, 22 de mayo de 2011

De cómo la CIA eliminó a Carrero Blanco y nos metió en Irak de Anna Grau, El amigo americano de Charles Powell, y el papel de EEUU en el franquismo y la Transición española.

De cómo la CIA eliminó a Carrero Blanco y nos metió en Irak (Ed. Destino) es un libro particular. Y lo es, no solo porque su título es una ironía, (el editor va a sudar en su promoción), es que además es un fenomenal antídoto para combatir los tópicos en los que se suele sustentar el viejo antiamericanismo que desgraciadamente sigue teniendo tantos adeptos en nuestro país. Pero no solo servirá para mitigar esas sensaciones, también aporta a nuestro propio conocimiento el saber lo que opinan los estadounidenses de algunas de nuestras disputas:
“Un informe de la CIA fechado el 15 de febrero de 2007 advierte del peligro que para la estabilidad política española supone que algunos miembros del PP “persistan en culpar a ETA de los atentados y en perseguir teorías de la conspiración, como se las llama en España, incluso cuando el juez ha descartado ninguna conexión de ETA y la policía no ha encontrado ninguna evidencia”. La CIA concluye que “el rencor sobre el 11-M está envenenando la atmósfera doméstica” y llevando a que la clase política española sea “de las más desacreditadas de Europa”.
Y lo mejor es que la magnífica edición que se ha hecho de este libro reproduce los documentos después de cada capítulo, lo que hace que unido a la forma muy ágil y “libre” con la que está escrita la obra en ningún caso resulte pesada o densa, muy al contrario, es un libro de muy fácil lectura.
Son diez capítulos dedicados a distintos asuntos de las relaciones entre EEUU y España de las últimas décadas, que abarcan desde el espionaje o asuntos puramente militares a frases, confidencias y comentarios realizados por dirigentes de ambos lados (algo así como un “WikiLeaks histórico” con aporte analítico).
Pues bien, volviendo a “las leyendas” históricas, el lector proclive a creer grandes mitos como la participación de la CIA en el asesinato del Almirante Carrero Blanco en 1973 o el apoyo americano al golpe de Estado del 23F se va a llevar una decepción, porque si algo se saca en claro de esta lectura es que las cosas a veces son mucho más simples:
“A ETA Carrero Blanco le parecería lo bastante terrorífico como para montarle un atentado de película. Pero a Estados Unidos más bien les daba risa. “No es demasiado inteligente”.
Igualmente, en el caso del 23F, Anna Grau sostiene que según la documentación consultada, “los primeros indicios que la embajada americana tiene de que el golpe está en marcha le llegan por la radio y por testimonios oculares”.
También este libro desvela hechos que tienen su trascendencia en la actualidad, como la ridícula conversación que recogió Bob Woodward en los primeros compases de la invasión de Irak entre Bush y Aznar en la que el segundo termina con un “Recuerda que estamos contigo. Siempre tendrás un bigote a tu lado”, o la confesión que Zapatero le hace al mismísimo Joe Biden:
“El análisis de Zapatero no tiene desperdicio: proclama que para él era muy fácil tratar con la Administración Bush, sólo tenía que adoptar la posición contraria a la que adoptara Washington, fuera la que fuera, para que su valoración en las encuestas subiera como la espuma. Por esto voy a estar siempre agradecido a la Administración Bush, zanja sarcásticamente el presidente español”
En suma, el libro de Anna Grau no solo es aporte indiscutible a tema que trata, si no que además es curioso y divertido, y en su contra solo se puede echar de menos una visión más histórica y menos periodística de los hechos que tomará en cuenta otros elementos distintos a la investigación documental, pero es que este no es un ensayo histórico, es el fruto de un impresionante trabajo de investigación en archivos.

Y es que justamente el lector interesado en estos asuntos está de enhorabuena porque al libro anterior se suma un ensayo histórico en su sentido más literal como es El amigo americano de Charles Powell.
De nuevo estamos ante una obra que no gustará a los amantes de las conspiraciones. Ni EEUU estaba detrás del asesinato de Carrero Blanco (entre otras cosas porque a diferencia de la tesis de Anna Grau le consideraban un “gran hombre”), ni tuvieron nada que ver con el Golpe del 23F, de hecho temían que en caso de éxito de este España no podría entrar en la OTAN, y tampoco organizaron la Marcha Verde que acabó con la colonia española del Sahara, aunque en este caso decidieron no frenar a Hassan II porque veían en un Sahara independiente un futuro satélite soviético en el norte de África.
Powell lleva casi tres décadas investigando la Transición española, lo cual es una garantía, máxime porque El amigo americano supone un enorme esfuerzo de investigación que caía sobre un impresionante bagaje en el conocimiento de la cuestión aunque más o menos la tesis central de historiador sigue siendo la misma que ha defendido anteriormente (Destacar en este sentido su estudio sobre el papel de Kissinger en esta cuestión que aparecía junto a otros artículos de destacados especialistas en Del autoritarismo a la democracia (Ed.Silex), o el que aparece bastante similar en La transición española vista desde Washington (Ed. Pablo Iglesias):
EEUU cuando intuye el final del régimen de Franco se mueve con el fin de tener una buena posición para el futuro, pero en ningún caso se distancia del Dictador ya que en todo momento lo consideran la situación ideal para sus intereses. Posteriormente, apostarán claramente por Juan Carlos I a pesar de que desconfiaban de su carácter, porque lo veían como el necesario puente entre un régimen y el siguiente.
Y es que Powell considera que el caso español es similar al que en su momento se produjo con otras dictaduras como la griega o la portuguesa que también permitieron una importante presencia norteamericana en sus territorios sin tener en cuenta a sus opiniones públicas respectivas, lo que sirvió para que los dictadores pudieran protegerse de cualquier intento democratizador.
“La tercera reflexión se refiere a la relación entre la naturaleza no democrática del régimen y la promoción de los intereses estadounidenses en la región a medio y largo plazo. A corto plazo, es indudable que la prioridad norteamericana no fue otra que garantizar por todos los medios la continuidad del acceso de sus fuerzas armadas a las bases situadas en España”
El amigo americano son diez capítulos bien escritos que abarcan las relaciones entre EEUU y España en el periodo 1969-1989, multitud de notas además de información suficiente para poder consultar varios de los documentos utilizados.

En fin, tanto De cómo la CIA eliminó a Carrero Blanco y nos metió en Irak, como El amigo americano son buenos aportes muy recomendables a la cuestión aunque el título irónico de ambos pueda desorientar al posible lector.


domingo, 15 de mayo de 2011

La república islámica de España de Pilar Rahola, Nómada de Ayaan Iris Ali, y el Islam en Occidente.

Traigo esta semana dos libros que aunque diferentes buscan un fin común: La denuncia de la penetración de determinada concepción del Islam en nuestras sociedades y la tolerancia de la que gozan a pesar de su evidente incompatibilidad con los valores de la Democracia Occidental.
El primero de ellos, La república islámica de España de Pilar Rahola (Ed. RBA) es un buen ejemplo. A través de un texto que aunque a veces caótico en su estructura, resulta de una rápida y amena lectura donde la filóloga y periodista catalana desgrana una gran parte de los elementos que forman lo que ella llama “islamofascismo”. El fanatismo de los “gurús totalitarios” en forma de “imanes barbudos, misóginos y radicales” que han logrado imponer a través del miedo un clima de brutal segregación femenina en los feudos más importantes del salafismo español (especialmente en Tarragona y su provincia y con casi una decena de mezquitas en el país) y que son los protagonistas de la obra que aporta una gran cantidad de datos, nombres y situaciones de temas que van desde la captación de yihadistas por parte de clérigos como Mrabet Farsi (que hoy lidera en libertad la comunidad islámica de Vilanova i la Geltrú), Taoufik Cheddadi o el imán de la mezquita de Lleida, Abdelwahab Houzi, pasando por la financiación de Arabia Saudí a estas comunidades o la denuncia de la penetración económica de estos mecenas del islamismo radical en la economía del país a través de inversiones como la realizada por Qatar Foundation en el FC Barcelona y que la autora considera “una compra en toda regla de los valores deportivos de un club, a favor de la apología de una tiranía islámica”.
Pero La república islámica de España no se queda en la descripción y denuncia de asuntos puntuales si no que contiene valoraciones más generales que probablemente sea la parte más intensa del libro: “Este territorio común en el que se encuentran los neorrevolucionarios comecuras de la extrema izquierda, y de algunas izquierdas especialmente despistadas, y los neofundamentalistas teocráticos islámicos es el antioccidentalismo feroz que profesan, el antiamericanismo patológico que conforma su ADN y el aún más feroz antisemitismo que los define”. Como se puede comprobar no hay el más mínimo atisbo de corrección política y aunque a veces el exceso debilita el argumento central se agradece la claridad de la exposición.
Pero no quiero pasar por alto un capítulo que puede resumir la filosofía del libro. Se trata de Del malismo al buenismo. En él la autora denuncia que entre las actitudes de determinada derecha (malismo) y las de determinada izquierda (buenismo) se crea un caldo de cultivo perfecto para el desconcierto y la intolerancia en la que se gesta el islamofascismo. Y aquí se vuelve a cargar de manera directa contra el relativismo (filosofía que se ha convertido en la última bestia negra de aquellos que como Pilar Rahola quieren poner énfasis en sus convicciones frente a las ajenas): “El otro error que surge del mismo espíritu relativista, tiene que ver con el paternalismo que se proyecta sobre las mismas comunidades musulmanas…; El buenismo late bajo la mayoría de las decisiones equivocadas que toman nuestras administraciones, con más inconsciencia que responsabilidad, y dibuja el ideal de la sociedad multicultural, en la que se crean estados dentro de los Estados, en lugar de fortalecer una sola cultura de la libertad.”
“La sociedad multicultural es una trampa mortal para lo modernidad. Su tumba. Como han dicho algunos dirigentes europeos más preclaros en esta cuestión, el multiculturalismo ha fracasado”.
En fin, Pilar Rahola deja patente su absoluto desprecio por aquellos que piensan que abstenerse de intervenir en ámbitos donde no dejaríamos que otros nos intervinieran no es necesariamente tolerar ni mucho menos suscribir.
Aun así La república islámica de España es un libro brillante que no deja indiferente, y aunque en momentos cae en un cierto simplismo generalizador que mezcla elementos del Islam con otros circunstanciales, o simplemente juzga determinadas conductas en musulmanes de manera muy diferente a como lo haría en miembros de otras comunidades se trata de una obra que realiza un notable aporte a la cuestión que, por otra parte, irá en aumento y seguirá siendo fuente de tensiones cada vez mayores.

Ayaan Iris Ali ya había perfilado su pensamiento en la obra anterior que como este Nómada editó en su día Galaxia Gutenberg. Y sin embargo este libro me ha resultado mucho más elaborado, probablemente porque la autora está más liberada de las responsabilidades políticas que mantenía en su anterior etapa holandesa. El recorrido humano de esta mujer es simplemente admirable y en la primera de las cuatro partes de este libro queda perfectamente reflejado aunque no dejará durante todo el texto de aparecer una vez y otra. Quizá en esa virtud está la debilidad de algunas cuestiones del pensamiento de la autora, en ocasiones da la sensación de estar seriamente vinculado a determinados traumas personales. Su ruptura familiar y la huida a una Holanda permisiva y llena de humanidad donde abandonará sus creencias anteriores, estudiará ciencias políticas y desarrollará una intensa carrera como político en aquel país, su vida rodeada de guardaespaldas bajo una permanente amenaza, o su actual residencia en Norteamérica son solo algunos de los elementos que hacen del personaje una mujer fascinante. Pero no lo es menos el cuerpo fundamental de Nómada en el que desgrana su pensamiento: “Occidente necesita urgentemente competir con los yihadistas, los defensores de la guerra santa, por los corazones y las mentes de sus propias poblaciones inmigrantes musulmanas; necesita proporcionar una educación dirigida a romper el hechizo del Profeta infalible, a proteger a las mujeres de los dictados opresivos del Corán y a promover fuentes alternativas de espiritualidad”.
En realidad Nómada es un canto a favor de los valores de la Ilustración Occidental contra el primitivismo que Iris Ali atribuye al Islam. No en vano contempla esta religión directamente incompatible con la Democracia y desde luego con facetas irrenunciables de su pensamiento como la dignidad de la mujer o la libertad de pensamiento y no duda en idealizar sociedades como la holandesa (aunque se percibe cierto resentimiento de su experiencia política) o la americana frente a las de los países musulmanes. Quizá en ese recorrido desde el socialismo holandés al más duro conservadurismo americano resida la necesidad de la actualización constante de sus ideas, pero la línea argumental es coherente. Sin embargo hay un elemento en su pensamiento y en su vivencia claramente contradictorio, y es el choque frontal de esta mujer con el multiculturalismo que sin embargo ha servido y ha sido la causa de sus desarrollo ideológico. Sin esos valores relativistas que ahora considera un peligro para Occidente ella nunca hubiera podido llegar a las conclusiones que ahora defiende. En ese sentido sorprenden párrafos como este: “Creo que el activismo bienhechor forma parte del mismo problema que quieren solventar. Hablando sin tapujos: sus esfuerzos por ayudar a los musulmanes y a otras minorías son fútiles porque al posponer, o, en el mejor de los casos, prolongar el proceso de su transición a la modernidad, creando la ilusión de que uno puede regirse por normas tribales y simultáneamente convertirse en un ciudadano normal, los defensores del multiculturalismo encierran a las generaciones posteriores nacidas en Occidente en una tierra de nadie de valores morales. Lo que se presenta envuelto en un lenguaje compasivo de aceptación es, en realidad, una forma cruel de racismo. Y es especialmente cruel porque se expresa con palabras edulcoradas de virtud”. Afortunadamente Ayaan Iris Ali no sufrió el trato que ahora propone para las personas que como ella llegan a nuestras sociedades.

Este blog ya trató en su día estos mismos temas en la entrada dedicada a Yo maté a Sherezade de Joumana Haddad y Las tradiciones que no amaban a las mujeres de Mª Teresa Gómez-Limón (http://elpolemista.blogspot.com/2011/04/yo-mate-sherezade-de-joumana-haddad-las.html) . Y al igual que en aquella ocasión vuelvo a recomendar ambos libros aquí comentados porque la reflexión sobre una de las cuestiones que más controversias genera es necesaria aunque no deja de preocuparme una cada vez mayor tendencia de las sociedades occidentales al rechazo de modelos, que no lo olvidemos, han servido para dotarlos de las mayores etapas de bienestar que han gozado y a los que ahora parecen querer culpar de todos su males. Y es que el multiculturalismo no solo ha sido causa de la creación de minorías peligrosas, también ha dotado a los países donde se ha producido de modelos de convivencia con evidentes ventajas (muchas económicas) de convivencia que hoy siguen siendo evidentes.

viernes, 6 de mayo de 2011

Toros sí de Salvador Boix, y la defensa de la tauromaquia

Salvador Boix, apoderado del torero José Tomás, en su Toros sí, una defensa razonada (Ed Temas de hoy) ha realizado un original ejercicio de defensa de las prácticas taurinas por aportar un texto bien escrito al momento en el que parece que la tauromaquia ha iniciado su definitivo declive. En efecto, este libro se aleja de la forma en la que tradicionalmente se justificaba el toreo y que intentaba aportar un argumentario de tipo racional con argumentos como la conservación de la especie, de las dehesas, “el animal no sufre”… o similares, y que ya han quedado en completo desuso incluso por los que antes eran sus defensores. Y es que el libro de Salvador Boix hará las delicias de los taurinos porque supone una forma amena y liberada de “deificación” de la práctica y por tanto de dotarla de argumentos que escapan a cualquier crítica racional.
Refiriéndose a la prohibición que el pasado 28 de julio de 2010 decidió por mayoría absoluta el Parlament de Catalunya de las corridas de toros (auténtico hilo conductor de toda la obra) el autor dice:
“Han prohibido la recreación de la prevalencia de los valores humanos sobre el medio a través del coraje, la cultura, el arte y la asunción valiente del riesgo que representa la tauromaquia. La corrida nos enseña la muerte que sustenta nuestro sistema vital. Y el otro sistema, el que gobierna nuestras vidas, no soporta tanta verdad en ella reflejada. Por todo eso, desde el análisis ético, la prohibición queda desautorizada.”
Este texto podría resumir la filosofía de Sí a los toros: La tauromaquia es una “verdad revelada”, una especie de idea platónica inalcanzable para aquellos que no la comprenden y por tanto no legislable más que por ella misma.
La primera parte del libro es un furioso ataque contra la citada decisión del Parlament destinada a deslegitimar a este para tomarla. Para ello argumenta especialmente en torno a que el móvil real de la iniciativa era el identitario y lo enmarca en la necesidad catalana de “una victoria” frente a España. Para ello se arma de una serie de argumentos de una subjetividad cuando no gratuidad sorprendente en alguien que tiene intereses económicos en el asunto, y donde reciben golpes la práctica totalidad de la clase política catalana y algunos que no pertenecen a ella como por ejemplo Aznar al que tilda de “rancio anticatalanista”. No se salvan tampoco ecologistas y animalistas en un auténtico ejercicio de desprecio hacia toda visión diferente a la suya. Todo un ejemplo de antirelativismo, ahora tan de moda. Y en mi opinión este arranque del libro es su punto más débil, porque Toros sí como apuntaba antes, no es una defensa de las corridas de toros si no una auténtica declaración de amor a ellas. Esta primera parte termina con siete ideas para el futuro de los toros que van desde la gestión, el reglamento…y las más sorprendente, la exigencia a las administraciones de incluir en la enseñanza y la educación los valores de la tauromaquia.
Cavilaciones tauromáquicas es el título de la segunda parte. En ella se combinan las disertaciones de un personaje ficticio, Mariano Villegas, psiquiatra y eminente taurino que con un lenguaje barroco y florido muy típico de la literatura taurina hará una defensa muy original de dichas prácticas. Como ironía del autor, el disertador morirá al final del libro de un infarto en el zoo de Barcelona frente a la jaula de la pantera negra al mismo tiempo que el Parlament prohibía las corridas de toros. Y entre esta parte del texto claramente literaria, Salvador Boix intercala otros suyos (no ficticios) donde el aficionado a los toros podrá disfrutar de las vivencias, anécdotas y opiniones ya más concretas desde el interior del mundo taurino.
El libro se cierra con seis anexos relacionados con la prohibición, una cronología del asunto y la más curiosa, la papeleta que el propio autor se confeccionó para votar en las elecciones al Parlamento catalán de 2010 y que dejan muy clara la idea de que las “deificaciones” del autor no pueden ser nunca objeto de legislación por parte de los representantes del conjunto de los ciudadanos organizados en parlamentos democráticos.

En fin, El Polemista ya había tratado anteriormente el tema de los toros en la entrada dedicada al muy interesante y por ello recomendable A favor de los toros de Jesús Mosterín (Ed Laetori) (http://elpolemista.blogspot.com/2011/01/favor-de-los-toros-de-jesus-mosterin-y.html) y que en su día gozó de comentarios de enorme interés tanto de partidarios como de detractores de la tauromaquia. En aquella ocasión intenté dejar claro que no siendo partidario de la prohibición a pesar del rechazo que me provoca la utilización de animales en espectáculos, especialmente cuando son violentos como este y además implican maltrato físico, no cuestiono ni por un segundo el derecho de las sociedades organizadas en instituciones democráticas a decidir los grados de crueldad que están dispuestas a tolerar independientemente de las motivaciones que puedan haber detrás de ellas. Esas responsabilidades subjetivas se dirimen posteriormente en las urnas y es evidente que la sociedad catalana no ha castigado la prohibición, más bien lo contrario.

Toros sí, es un buen libro aunque está escrito desde el enfado y la necesidad de ajustar cuentas. A pesar de ello y obviando la parte política del mismo, está lleno de honestidad en quien ama a la tauromaquia y renuncia a toda racionalidad para defenderla. Difícilmente alguien vaya a cambiar su posición sobre el tema después de su lectura, más bien creo que servirá para potenciar el afecto o el rechazo a los toros, pero el ejercicio merece la pena para al menos ser capaces de entender como se sienten personas que ven cuestionadas y en peligro prácticas absolutamente arraigadas en su concepto de la cultura y su visión del mundo y que están en su derecho de reivindicarlas.

domingo, 1 de mayo de 2011

La mort de Bèlgica de Marc Gafarot, y en busca de Cataluñistán

Hace unos años, preparando un viaje a Escocia recuerdo haber leído El mirall escocès de Xavier Solano (Ed Dèria). Aquel libro contaba nada menos que con un prefacio del en aquel momento pujante Alex Salmond (actual Ministro Principal de Escocia y líder del nacionalismo escocés) y el prólogo de Ramon Tremosa, una de las caras más conocidas del independentismo catalán conservador. Aquel libro tenía como objetivo explicar la realidad escocesa desde una visión nacionalista para así compararla con la catalana importando el modelo. Eran los tiempos en los que los independentismos se cansaban de poner la vista en el proceso del Québec y buscaban vías más directas y eficaces. El cansancio y la realidad han paralizado aquellos bríos del nacionalismo escocés para quedar aparcados sin fecha y he aquí que las ansias de las diversas “independencias” ponen sus ojos en Flandes como modelo a seguir. Se diría que el independentismo es un fin en sí mismo por encima del objeto de dicha independencia (en este caso Cataluña), algo así como ser “independizador” más que independentista (tema tratado en este blog en distintas entradas pero más en concreto http://elpolemista.blogspot.com/2011/01/la-nacion-inventada-de-arsenio-y.html). Y es en este contexto en el cual la misma editorial Déria publica La mort de Bélgica de Marc Gafarot i Monjó con la misma intención de aplicar el modelo de separación flamenco a Cataluña. La obra, como no podía de ser de otra manera cuenta con el prólogo de Eric Defoort, Presidente de la Alianza Libre Europea a la que pertenece su partido N-VA del polémico Bart De Wever y la presentación otra vez de Ramon Tremosa. Diez capítulos bien ordenados, una breve  conclusión, un útil anexo explicativo de los diferentes partidos políticos flamencos y una escasa y nada cuidada bibliografía conforman La mort de Bélgica. En realidad la gran parte del libro está dedicada a la explicación histórica y desarrollo del país, en ocasiones con éxito y en otras no tanto. Desconozco si es fruto del subconsciente del autor pero hay momentos que inducen a la sonrisa cuando no al asombro como este: “La dominació de la línia austríaca espanyola sobre Flandes es va acabar de consumar amb la pujada al tro del futur emperador Carles V”. Para colmo el título de este apartado que explica el periodo del Emperador lo titula La dominació castellana. (¡Si los Comuneros levantaran la cabeza!). No es el único desliz, cuestiones referentes al colaboracionismo belga en las invasiones alemanas del XX son más propias de un panfleto inspirado por Bart De Wever que de la descripción de los hechos históricos: “Estudis recents demostren que el fenomen de la colaboració amb l’ocupant nazi va a ser quantitativament i qualitativament molt similar pel que fa a les dues comunitats”. Esto explica la sorprendente justificación que realiza de la organización nazi VNV (Vlaamsch Nationaal Verbond), o del  Verdinaso. Intentar crear una historia a medida del interés político es una constante en muchos de los imaginarios nacionalistas pero intelectualmente es inaceptable.
Pero independientemente de la debilidad del libro en cuanto a su documentación histórica, el tema explicativo del sistema político belga no solo está bien tratado sino que además de una manera pedagógica y clara puede ser una buena opción para conocer los entresijos del conflicto belga y que se suma al excelente Belgistán de Jacobo de Regoyos (Ed Ariel y comentado aquí http://elpolemista.blogspot.com/2011/03/belgistan-de-jacobo-de-regoyos-y-el.html) para dar al lector español (el primero editado en catalán y el segundo en castellano) una visión completa del asunto.
Las conclusiones finales que realiza Marc Gafarot son de nuevo una justificación al objetivo de su libro que queda perfectamente registrado en la siguiente frase: “El victimisme immòbil català del passat està deixant lloc a una vindicació, i aquí cal esmentar activa, de la nostra relació amb Espanya. Nosaltres hem de redrecar l’autoestima i pregar a Déu que els castellans (pobres però honrats) ens facin fora d’Espanya d’una vegada i per totes. Malgrat tot no dubto que guanyarem! Mentalitats i actituds comencen a canviar en el nostre paìs. I aquí m’aturo, segueixo amb Flandes”
Esta sentencia no hubiera resistido una revisión bienintencionada del libro.
Pero volviendo al principio de este artículo, algo grave está ocurriendo cuando las frustraciones del independentismo catalán más extremo (y ahora por primera vez trasversal) utilizan una dialéctica tan agresiva que en efecto, parece más propia de los dirigentes de la Alianza Neo-Flamenca  (N-VA) que del mucho más moderado Scottish National Party. Y es curioso, porque en ambos casos puede acabar llevando a la más pura y dura decepción. En el libro sobre Escocia de Xavier Solano se partía de la premisa de que se abría una nueva etapa donde la separación de Inglaterra era inevitable. La realidad ha terminado por demostrar que las contingencias económicas y políticas o especialmente el contexto en el que se enmarcan son completamente decisivas a la hora de culminar esos procesos, y viendo el cariz que está tomando la situación de Bélgica me temo que el nuevo tiempo de independencia flamenca que aventura Marc Gafarot va a ser más traumático de lo que los nacionalistas desearían. Y es que “la amenaza” de no acuerdo de gobierno y consiguiente bloqueo del país que ha sido la base de la estrategia de Bart De Wever como antesala de unas elecciones anticipadas que fortalecería aun más su posición se puede encontrar con la negativa europea a convivir con un foco de tensión e inestabilidad crónica con posibles consecuencias en los mercados internacionales y por extensión peligrosa para la economía europea. Y eso sin contar que un país encantado de que “nunca les pase nada” podría asustarse ante un escenario muy conflictivo y exigiera un acuerdo de mínimos que pospusiera una vez más la solución definitiva (si es que esta existe).

Hace unos años el genial Hugo Claus (recomendable su La pena de Bélgica si se quiere comprender el “alma flamenca”) definía así la relación entre valones y flamencos:
«Bélgica es un país muy pequeño que fue creado de una forma totalmente artificial. No fue el resultado de una necesidad vital. Bélgica es un malentendido. En 1830 Francia, Inglaterra y Alemania se dijeron que debería haber una zona neutra, entonces fueron a buscar a un señor griego, al que se le pagó una suma inmensa para que se convirtiera en el rey de los belgas. Este candidato falló y buscaron a otro. El resultado es que Bélgica no tiene cara. Yo jamás me he sentido belga. No sé qué es sentirse belga, creo que no tiene ningún significado. Las personas que conozco no dicen que son belgas, sino valones o flamencos. Y esta falta de necesidad real de ser de un país, hace que la gente que vive aquí tenga miedo, es como la angustia del pequeño burgués, que quiere que le dejen como está. Porque por aquí han pasado todos: los españoles, los austriacos, los franceses, los holandeses. Así ante la Unión Europea el belga medio se dice: bueno, con todo lo que hemos visto, no nos hagamos evidentes y, sobre todo, no surjamos a la superficie, nosotros que sabemos por dónde pega el viento. Y esta es, en definitiva, la actitud de los belgas. Y no está del todo mal porque aquí no hay nacionalismos, y por otro lado es una situación excelente para un escritor. Los holandeses se ríen de los belgas y los franceses también cuentan chistes sobre ellos, y el escritor es como un paria».

No descartemos que el adorable país que es Bélgica sea capaz de posponer sus diferencias en espera de tiempos futuros dando una preciosa lección a los independizadores que a falta de modelo propio buscan acomodo en los ajenos.
Cataluña más allá de los caminos que escoja se merece que sean los suyos, no los de otros.