No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

miércoles, 15 de febrero de 2012

Cataluña ante España de Albert Balcells, y la necesidad de diálogo entre Cataluña y el resto de España.

Albert Balcells no hace en este Cataluña ante España (Ed. Milenio) un ejercicio de descripción objetiva de los diálogos entre catalanes y lo que el autor –erróneamente- denomina castellanos identificando así a intelectuales del resto de España, (en este sentido hace una aclaración en la introducción basada en la lengua), sino que a través de un libro “militante” llama a la comunicación entre “uno y otro lado”. Y lo hace bien, porque esta obra más allá de la posición que se adopte respecto a ella (no deja indiferente) merece su atenta lectura. Ya la introducción es en sí misma un alegato aunque también un buen trabajo de síntesis del pasado y del presente. Dos párrafos necesarios y sin duda polémicos:
“(…) tenemos la sensación de que cuando han faltado libertades en España y cuando ha parecido más difícil que se superase el atraso hispánico, más fácil ha sido la aproximación de la intelectualidad española a la catalana. Pero cuando se ha superado la parálisis y cuando Cataluña ha contado con unos instrumentos mínimos para asegurar el futuro de su identidad colectiva y para su desarrollo en todos los órdenes, entonces se han producido los desencuentros y se le ha girado la espalda.”
“Los catalanes se han visto empujados otra vez a la labor de Catalunya endins. Es la reacción ante la dificultad para un encaje sin renuncias en una España que no se reconoce a si misma como plurinacional. Hoy se tiene la sensación que todos los esfuerzos de explicación y de persuasión llevados a cabo por parte de los catalanes en los últimos treinta años por medio de ciclos de conferencias, libros colectivos y exposiciones no han dado resultado alguno ante los intereses creados y los prejuicios arraigados.”
No le falta parte de razón a Albert Balcells pero el mismo argumento a la inversa si bien sería injusto también podría encontrar sus razones.
Pero si la introducción da bastante de sí, da idea del valor del contenido de este Cataluña ante España.
Dividido en ocho capítulos, vamos a encontrarnos a un Marcelino Menéndez Pelayo reivindicador de la literatura catalana en diálogo con Antoni Rubió i Lluch, para ambos “las tres literaturas peninsulares, que todos los españoles debían conocer paralelamente y sin olvidar ninguna, eran la galaicoportuguesa, la castellana y la catalana. Obsérvese que ni uno ni otro tenían en cuenta la vasca.” (Nada que ver con el catalanismo político que en aquel 1888 no llevaba ni una década organizado y por el que sin duda el cántabro sentía un profundo desprecio).
Más dudas me ofrece el segundo capítulo donde se analiza la correspondencia que mantuvieron Joan Maragall y Miguel de Unamuno, de él se deduce un tenebrismo en el vasco (según el autor “otro vasco castellanizado como Ramiro de Maeztu”) y una alegría en el catalán muy discutible por mucho que Balcells se valga de otro sabio tan poco “imparcial” como Joan Fuster para argumentarlo. Muy interesante resulta la relación entre un andaluz de la talla de Francisco Giner de los Ríos y Maragall, especialmente en un contexto como este: “Mientras Salmerón, presidente de la Unión Republicana, alargó la mano al catalanismo y salió diputado por Barcelona en las elecciones que ganó abrumadoramente la Solidaritat en abril de 1907, Segismundo Moret, como jefe del gobierno, había tramitado la Ley de Jurisdicciones, que había legalizado la intromisión del militarismo en la vida política, y el mismo hermano de Don Francisco, Hermenegildo, se sumaba en Barcelona a la disidencia republicana lerrouxista y anticatalanista.” En efecto, el medio en el que se desarrollaron todos estos contactos es decisivo y el libro acierta de pleno en su exposición.
En marzo de 1924 ciento dieciséis intelectuales españoles de toda condición e ideología envían una carta al dictador Miguel Primo de Rivera en defensa de la lengua catalana y que este reprimía a pesar del apoyo que de Cataluña había recibido para imponer su régimen. La carta, salida del Ateneo de Madrid, fue muy bien recibida y celebrada por la cultura catalana como no podía ser de otra forma, de hecho seis años después se celebraría un homenaje a dicho hecho que, promovido por la Lliga Regionalista de Cambó, subyacía la idea del fracaso en Cataluña del asimilismo castellano como del separatismo catalán. Albert Balcells dará importancia a la evolución posterior de varios de sus participantes, que van desde la indecencia intelectual y moral de Giménez Caballero a la grandeza de personajes como Menéndez Pidal o José Ortega y Gasset que en esta obra sigue sufriendo el ajuste de cuentas al que cierto catalanismo le somete aun hoy, y es curioso, porque de poder leerlo, Don José se sentiría más reafirmado en sus tesis sobre la catalanidad.
De la autonomía universitaria catalana en los años treinta y de su suspensión a raíz de la revuelta de 1934 para su restablecimiento en 1936 también se trata con bastante profundidad incluido el papel de intelectuales como Américo Castro y Joaquim Balcells y las disputas por el uso de la lengua en el ámbito académico: “Aquella Universidad Autónoma de 1933 quedó como una experiencia memorable aunque brevísima, una esperanza truncada y aplastada”. Desgraciadamente tras la Guerra la represión y la expulsión de ciento treinta y nueve profesores acabaron con ella para siempre.
Caso aparte merece el capítulo dedicado a Manuel Azaña, en mi opinión injustamente tratado por Albert Balcells. Y es que si bien reconoce su papel conciliador y avanzado “fue el primer estadista de la España castellana que reconoció que la autonomía de Cataluña no era únicamente la aceptación de un derecho democrático de los catalanes, sino también una necesidad para la democratización de España entera”, le reprocha su amargura tras el comportamiento insolidario y particular de Cataluña en el esfuerzo bélico de la República. El autor califica de “insostenibles” los supuestos de Azaña al respecto en un alarde de negación histórica sorprendente.
Una de las posiciones más débiles -en términos intelectuales- de este Cataluña ante España y común a determinado nacionalismo catalán es hablar de los regímenes dominantes en cada momento, especialmente el de Primo de Rivera y más aun el de Franco como una imposición de España a Cataluña, como si no lo sufrieran igual o más cualquier otra autonomía española. El autor habla de “genocidio identitario” sobre Cataluña olvidando que la política de homogeneización y negación de toda diferencia cultural, religiosa o política no estuvieran en el ideario franquista más allá de donde se impusiera.
Los diálogos de Carles Riba y Dionisio Ridruejo y las dificultades para editar en catalán en los años cincuenta anteceden a los de Maurici Sarrahima y Julián Marías de los años sesenta y los debates paralelos que en aquella época se mantenían entre diferentes intelectuales, por aquí ya aparecen personajes como Tierno Galván, Ernest Lluch. Aprovecha de nuevo el autor para acusar al pueblo de solidarizarse con la opresión franquista por “no quererse enterar” y que los catalanes sufrieron la dictadura “además como tales mientras los símbolos de la identidad castellanos eran enaltecidos”. Balcells se otorga la definición de castellanidad y catalanidad con una frivolidad histórica impropia de un trabajo de la importancia de este libro. Josep Pla o Miguel Delibes se asombrarían.
En fin, la obra termina en los años ochenta y los diálogos establecidos bajo los gobiernos de Jordi Pujol en Sitges en 1981 y Girona en 1984 bajo la idea de definir España para concluir con una afirmación que suscribo en su totalidad:
“Si en una confederación como la helvética se puede ser plenamente suizo en alemán, en francés o en italiano, pero en cambio, no se puede ser español al cien por cien en catalán, en vasco o en gallego, no debe extrañar que continúe siendo un problema no resuelto el de la intervención de los catalanes en España sin reducir su identidad. Una intervención con esa merma supone una contribución empobrecedora que no eleva el nivel de España y que por lo tanto, disminuye la contribución española a la Unión Europea.”
De la edición del libro, agradecer las pequeñas bibliografías que aparecen al final de cada capítulo y lamentar la inexistencia de un índice onomástico imprescindible en este tipo de obra.

En suma, Cataluña ante España supone una invitación al diálogo y al acercamiento entre catalanes y el resto de españoles en un momento en que es más necesario que nunca. La catalanofobia, muy implantada y alentada por determinados sectores políticos españoles es un problema de igual o mayor gravedad que la exclusión y el rechazo a todo lo español que se fomenta desde algunos sectores del nacionalismo catalán y todo esfuerzo de comprensión y acercamiento se agradece en un momento en el que los nacionalismos –todos-, mutan hacia posiciones cada vez más economicistas y menos políticas formando un cóctel muy preocupante en las actuales circunstancias.
El Polemista se suma humildemente a esa tarea de diálogo entre ambas partes y así he tratado de plasmarlo desde los inicios del blog. El catalanismo encuentra en libros como este, o los aquí también comentados de Germà Bel, José Enrique Ruiz Domènec o Carles Bonet excelentes ejemplos de cómo es posible.


TEMAS RELACIONADOS TRATADOS EN EL POLEMISTA:

Catalunya, España. Encuentros y desencuentros de José Enrique Ruiz-Domènec, y la desafección creciente.



La España de los otros españoles de Carles Bonet y el encaje de Cataluña en España.


Residuals o independents? de Jordi Pujol, y la desafección calculada.


La mort de Bèlgica de Marc Gafarot, y en busca de Cataluñistán



La nación inventada de Arsenio e Ignacio Escolar, y los mitos nacionales.



Noves glòries a Espanya de Vicent Flor, y, ¿es anticatalana la identidad valenciana?



Palabras como puños dirigida por Fernando del Rey, y la visión objetiva de la Segunda República.


Los fascismos españoles de Joan Maria Thomàs, El ocaso de la verdad coordinado por Antonio C. Moreno Cantano, y la particular historia del fascismo español.



5 comentarios:

  1. Jorge,
    Se agradece tu esfuerzo por seguir encontrando puntos de encuentro entre todos nosotros, en unos tiempos tan poco propicios para eso.
    Abrazo,
    Germà

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    1. Muchas gracias Germà, es obligación de todos trabajar en favor de ello.

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  2. España = Castilla por diversos motivos.

    1. Político-cultural: desde las altas esferas políticas se ha ido tendiendo el los últimos 3 siglos a identificar la lengua castellana como española. Es tal la aberración que hoy en día hay cierta población que considera que el castellano es un dialecto del español.

    2. Cultural: se conoce en todo el mundo que la cultura española no es más que lo castizo y folklore andaluz. Pues eso, son paradigmáticamente españolas aquellas culturas de antiguos territorios de la Ancha Corona de Castilla.

    3. Político: de Fernando II de Aragón se salta a Fernando VI Borbón. a qué se debe al salto de numeración ?? Fácil, a que sólo las dinastías castellanas heredan España ! También se manifiesta en lo político las ganas que le tienen algunos políticos a que España vuelva a ser absolutista (disfrazada de neoliberal) i centralista con rey o sin rey.

    4. Histórico: en sus inicios sólo Castilla podía mercadear por las Americas. Más tarde pudieron los Aragón; eso sí, después de haber estado asimilados políticamente ya todos sus estados en 1716.

    5. Hacía falta destruír a la misma CAstilla para transformarla en España. La misma Madrid es la peor enemiga de la propia CAstilla.

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  3. También en EL POLEMISTA:
    ¿Cataluña en la encrucijada? No lo creo. Por Jorge Navarro Cañada.
    http://elpolemista.blogspot.com.es/2015/09/cataluna-en-la-encrucijada-no-lo-creo_1.html

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  4. También en El Polemista ante el 1-O
    España contra Cataluña: la falacia del nacionalismo catalán, de Jorge Navarro Cañada:
    http://elpolemista.blogspot.com.es/2017/09/espana-contra-cataluna-la-falacia-del.html

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