No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

lunes, 4 de junio de 2012

Los días que vivimos peligrosamente de Mariano Guindal, y, profundizando en el desastre.

Ya nos dejó boquiabiertos Mariano Guindal el año pasado con El Declive de los Dioses cuando destapó todos los detalles de la Transición económica, el periodo en el que España se transformó desde el subdesarrollo al país del AVE en menos de dos generaciones. En aquel libro nos enteramos de multitud de detalles y secretos que se escaparon en su día a la información general y que me dejaron dos conclusiones fundamentales: la primera, que la democracia española fue posible gracias al cambio generacional y que este se debe dar de nuevo en un par de años, así que según esta tesis nos tocará asistir a la caída de los dioses actuales que han manejado el nuevo capitalismo del pelotazo. Y la segunda, y en realidad más inquietante: “las grandes familias que configuraron la derecha económica durante el franquismo siguen siendo las mismas en la democracia, si bien supieron adaptarse a los nuevos tiempos y sus hijos se adaptaron a un mundo liberal y globalizado. Los ricos de 1973 siguen siendo con algunas excepciones los ricos de 2011 con una fortuna similar pero en vez de tenerla en pesetas ahora la tienen en euros.”
Pues bien, editado también por Planeta, llega ahora Los días que vivimos peligrosamente, toda una radiografía de la crisis española y que abarca del periodo que va desde la caída de Lehman Brothers hasta el 22 de abril de 2012 y que a día de hoy parece llamada a pulverizar gran parte de los logros alcanzados años atrás.
Mariano Guindal, una de las cumbres del periodismo económico español le pone intensidad al relato ya desde el prólogo, donde cuenta la conversación que tuvo con el actual Ministro de Economía, Luis de Guindos, cuatro días antes de ser nombrado para el cargo y donde ya le hablaba sin tapujos de la quiebra de España. Con ese dato ya no puede quedar duda alguna sobre el fraude que se escondía tras las promesas del programa electoral del Partido Popular y la posterior excusa del incumplimiento a causa de la “herencia recibida”.
En 2006 el Banco de España advierte por escrito al Ministro Pedro Solbes de la gravedad de la crisis financiera ya por entonces, pero este hace caso omiso y decide ignorarlo (dos años después malvendería el 32% de las reservas de oro de España, ¡por no ser una inversión rentable!). Un año después estallaba la crisis financiera internacional donde los bancos centrales de EEUU, Europa y Japón se ven obligados a inyectar enormes cantidades de capital a los mercados financieros. Era el comienzo de la Crisis. En España la banca dio un frenazo a la concesión de créditos provocando el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. El Gobierno también pinchaba: “Los socialistas decidieron mentir a los españoles para ganar las elecciones generales del 2008: negaron la crisis y mantuvieron contra viento y marea que todo iba bien y que los problemas eran turbulencias sin importancia. La decisión fue tomada por el entonces número dos del PSOE y secretario de organización, José Blanco, durante una de las reuniones de maitines que celebraban a diario los dirigentes socialistas.”
¡Y los ricos!, que nos cuenta el autor como las grandes fortunas emanadas del crédito barato salieron del ladrillo y se las llevaron al extranjero, por cierto, operación que continúa en marcha. Paradojas e inmoralidades de esta crisis, mientras el gobierno Rajoy premia a los defraudadores por volver con su dinero estos sacan lo que les queda. Y es que como dice Guindal en este libro fascinante, un 70% de los ricos apostaron por la especulación inmobiliaria. Aquí, como ya ocurriera en El declive de los dioses, no falta ni un solo nombre ni apellido, anécdota o confidencia que haga que la lectura de este texto sea trepidante. Y también comprometido, el autor no duda en calificar como confabulación y conjura el pacto de silencio que banca, gobierno, medios de comunicación y grandes catedráticos de economía llevaron a cabo por motivaciones poco recomendables y no por evitar el catastrofismo como posteriormente adujeron.
Por cierto, de lo que sucedía en aquellos días en la prensa y que ha tenido como consecuencia el que de la ruina para el sector se haya pasado a la quiebra y el descrédito, no me resisto a citar textualmente: “La publicidad no llegaba y las plantillas se reducían continuamente para rebajar costes como fuera. No solo era un grupo aislado de profesionales el que lo estaba pasando mal; eran todos y a la vez. El kilo de carne de periodista económico, que había llegado a estar por las nubes, se había puesto a precio de ganga. Nadie parecía dispuesto a pagar ni la experiencia ni la inteligencia. Lo único que contaba era que los redactores fuesen baratos, y a los recién llegados era a los que menos se les pagaba.” Esto explica mucho del vergonzoso estado de lo cualitativo y cuantitativo de la prensa española.
Pedro Solbes no tardaría en perder posiciones. La Ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, en cumplimiento con el acuerdo alcanzado con los sindicatos y antes de sustituirle al Ministro en Economía reclama la subida del salario de los funcionarios un 5%. Solbes se niega, y aquella bronca ganada por Salgado tuvo como consecuencia que mientras se perdía empleo en España de manera dramática se mejoraran las condiciones de quienes lo tenían asegurado disparando los costes laborales en el país que acabarían por ajustarse recortando plantillas.
Estamos en 2010, Zapatero ve en la Presidencia española de la UE una magnífica oportunidad para recuperar fuelle, y en ese contexto resulta muy curiosa la anécdota de la Ministra Salgado (ya de Economía), que sufriendo lo que Guindal denomina “delirios de grandeza” que antes tuvieran antecesores en el cargo como Solchaga o Rodrigo Rato  pretendería alcanzar la Presidencia del Gobierno a sabiendas que las presiones familiares aconsejaban al Presidente no intentar la reelección: “Pero eso exigía neutralizar a sus tres contrincantes: la muy odiosa María Teresa Fernández de la Vega, Trinidad Jiménez y Carme Chacón. Y para ello, tenía que contar con la estrecha colaboración de Alfredo Pérez Rubalcaba…” La cosa acabó mal, claro. Y en estas, Financial Times destroza las expectativas de Zapatero en su presidencia europea al advertir: “El nivel de deuda y el déficit presupuestario de Grecia han ocupado recientemente el centro de la escena. Pero en España se gesta un drama en potencia aun mayor.” Estas cosas vistas con un par de años de perspectiva dan que pensar, en aquellos días generaban hilaridad en España, hoy solo dudas.
Los ataques especulativos en los mercados contra la deuda española se suceden y Zapatero llega a pedirle al Centro Nacional de Inteligencia que investigue quien está detrás de ello. Eran días de paranoia que recibieron la decepcionante respuesta: “los servicios secretos españoles descubrieron que lo único que estaba detrás de esos ataques especulativos era la codicia.”
Comenzaba por entonces en España una creciente incomodidad hacia la Alemania merkeliana que utilizaba a su Ministro de Finanzas, Wolfgang Scháuble, para aleccionar a un Rajoy incapaz de convencer a un Zapatero que se negaba a cambiar de rumbo y sucumbir a la austeridad reclamada por los germanos. Así llegamos a uno de los momentos más intensos de este Los días que vivimos peligrosamente, a la noche del 9 de mayo de 2010. Esa noche Elena Salgado logra un acuerdo en el Consejo Europeo por el cual España acepta un recorte del 1,5 del PIB para 2010 y 2011. Obama llamó a Merkel y Sarkozy para decirles que además de las cuestiones fiscales estaban las de competitividad, por lo cual España tenía que complementar los recortes con una profunda reforma laboral y de pensiones. Aquel fue el momento en el que España perdió definitivamente su capacidad de decisión en materia económica. Después Obama tendría esta conversación con Zapatero:
 “—Tengo muy buena información sobre lo que está ocurriendo en la economía española —le espetó Obama—. Y si España no consigue financiación de inmediato está en quiebra.
— ¿Cómo...?
—No le queda más remedio que anunciar un plan lo suficientemente contundente como para devolver la calma a los mercados, por lo que debe contener profundas reformas. A partir de ahí, entre todos vamos a ayudar a España a salir de ésta.”
¡Pero esperen! Es que hacer reseña de un libro con tanto contenido es difícil si uno se propone no perder el norte del espacio y acabar aburriendo.
Viene la convalidación parlamentaria del plan de ajuste que acabará definitivamente con el zapaterismo, y a un “irresponsable” -para el autor- como Rajoy se le ocurre dejar caer al país contando con que CIU seguiría el mismo camino y votará en contra. Afortunadamente para los españoles nuestro actual Presidente fracasaría en el intento de forzar un rescate a España y CIU junto con Coalición Canaria se abstendrían. No me resisto a reproducir las palabras que hace muy pocos días la líder de esta segunda formación plasmaría en sede parlamentaria (que nadie ha desmentido), y que confirma por completo el relato de Mariano Guindal: “gracias a CiU y a los nacionalistas canarios que nos abstuvimos…, a pesar de las presiones, y siento que no esté don Cristóbal Montoro, que me dijo: «que caiga España, que ya la levantaremos nosotros» (...) Gracias a la abstención de CiU y Coalición Canaria este país no fue intervenido”. Hoy, Rajoy preside el Gobierno de España y Cristóbal Montoro es su Ministro de Hacienda.
Terminaba aquel año e intervenidas Grecia, Irlanda y Portugal, por su parte Italia y España resistían contra las cuerdas. No lo hacía un Dominique Strauss-Kahn que después de plantear la posibilidad de que EEUU renunciara parcialmente a su papel hegemónico en las finanzas mundiales en favor de los países emergentes se veía aplastado por un complot organizado por los servicios secretos franceses, alemanes y la CIA. El dato sale de confidencias que el autor da por buenas.
Y así alcanzamos el final de Zapatero, a juicio de Mariano Guindal un mal gestor de la Crisis que escuchando a Miguel Sebastián (Ministro de Industria) mucho más que Pedro Solbes, no fue capaz de evitar la debacle tras el legado de José María Aznar , una “bomba de relojería al haber apostado, tras la entrada de España en el euro, por la construcción y el turismo como motores del crecimiento económico, postura que nos acercó a un agujero negro que se tragaría una buena parte del sistema financiero y más de dos millones de empleos.”
No le haría bien tampoco al socialismo español la protesta de los indignados de la Puerta del Sol que mientras no fueron capaces de generar la más mínima afección en la derecha española sí consiguieron contagiar su protesta a una izquierda que cambiando su comportamiento electoral entregaría el mayor poder de la democracia española a la máxima expresión de aquello por lo que decían protestar.
El 5 de agosto de 2011 le llega una carta “secreta” a Zapatero firmada mancomunadamente por Jean-Claude Trichet y por el ahora en desgracia Miguel Ángel Fernández Ordóñez. En ella aparecen las ocho medidas que se deben adoptar por el gobierno español (pueden encontrar el imprescindible texto en el libro) y que generarán el adelanto electoral del pasado 20 de noviembre de 2011. Pero antes, una deslealtad más de Mariano Rajoy al que Antonio Sáinz de Vicuña, abogado general del BCE, le filtró dicha carta y así hace facilísimo el infumable pacto de cambio exprés de la Constitución y la introducción del límite del déficit.
El cambio estaba servido aunque al precio de un programa electoral del Partido Popular fraudulento y una victoria aplastante carente del mínimo brillo : “Mariano Rajoy, hasta ese día considerado por los suyos como un líder sin carisma, un hombre sin personalidad, un timorato, y hasta un tonto de baba, se convirtió en el héroe de los conservadores al lograr una mayoría aplastante, frente a la izquierda en general y sobre los socialistas en particular. Nunca antes en la historia de la nueva democracia española un dirigente político acumuló tanto poder para poder cumplir las exigencias europeas.
A José María Aznar le pareció poca la abultada derrota del PSOE: «Se tenían que haber quedado en cuarenta diputados en vez de en los ciento diez que han obtenido. Sólo así se podría empezar a arreglar esto de verdad».” ¡Toda una muestra de su concepción de la democracia!
Los días que vivimos peligrosamente termina en la más reciente actualidad, aunque decir esto en estos días resulte altamente discutible, pero a mediados de abril Guindal ya define los que a su juicio son cuatro graves errores de Rajoy:
“en primer lugar, desafió a las autoridades europeas al cambiar unilateralmente el objetivo de reducción del déficit público en 2012, elevándolo del 4,4 al 5,8 por ciento; en segundo lugar, no disimuló el déficit heredado del gobierno socialista revisándolo al 8,5 por ciento; en tercer lugar, aplazó la aprobación de los presupuestos (y con ello la mayor parte del ajuste) hasta después de las elecciones andaluzas. Y, por último, fue incapaz de dar una salida a Bankia que se terminó convirtiendo en un problema sistémico.”
Bueno, cuando el autor escribía estas líneas la catástrofe de Bankia y los déficits ocultos de algunas Comunidades Autónomas como Madrid todavía no se conocían y la prima de riesgo no llegaba a los 370 puntos – ahora estamos en la decena de días por encima de los 500- y la amenaza de alguna forma de intervención exterior es casi una certeza. 
En fin, por último comentar la denuncia que Juan Luis Cebrián hacía en un almuerzo de la Asociación de Periodistas Europeos de un complot contra la Corona por parte de la extrema derecha y que también aparece contada en el libro.
En definitiva, no se pierdan la obra, les aseguro que con su lectura, van a salir mucho mejor informados de los días que sufrimos además de disfrutar de un texto trepidante. Para mayor motivo, la edición incluye una excelente cronología, bibliografía, referencias cinematográficas e índice alfabético. Desde luego un volumen imprescindible en toda biblioteca sobre esta Crisis.

Ha pasado un mes y medio desde que Mariano Guindal terminara Los días que vivimos peligrosamente y el lector puede tener la sensación de estar leyendo un libro de historia. La misma sensación tengo yo respecto a esta reseña de El Polemista, porque en efecto, han pasado muchas cosas desde entonces y la certeza de que los próximos días van a ser memorables (y no para bien) es demasiado grande como para atreverse a pronosticar nada. No obstante, se impone la necesidad de abordar la calamitosa acción de gobierno que ha sufrido este país en los últimos años y el desastre cualitativo y cuantitativo que está siendo la acción de un Gobierno –el de Mariano Rajoy- que a estas horas deambula absolutamente incapaz en la única certeza a la que ha llegado España: el total desconocimiento del camino a seguir, de saber qué queremos hacer con nuestro futuro y ser capaces de llegar a consensos para lograrlo. Así, y para nuestra vergüenza, quedan en un segundo plano las carencias morales y políticas que nuestros dirigentes lucen sin el más mínimo recato.


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1 comentario:

  1. También en EL POLEMISTA:
    EN DEUDA de David Graeber, KEYNES, SU TIEMPO Y EL NUESTRO de Luis Ángel Rojo, y, otra forma de entender la realidad económica:
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