No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

miércoles, 13 de junio de 2012

Para entender la cultura vasca de Bruno Camus Bergareche, y, conocer para comprender.

Uno de los mayores problemas que arrastramos tradicionalmente los españoles es el desconocimiento y la incomprensión entre nosotros mismos. Pues bien, este Para entender la cultura vasca (Ed. Catarata) es todo un ejemplo de como combatir tópicos y prejuicios con el mero conocimiento. Y mejor aun, se trata de un libro que aúna lo divulgativo y ameno con la rigurosidad científica, así que el resultado no ha podido ser mejor.
De inicio nos advierte el autor, los elementos culturales vascos y con ellos las personas que se identifican como tales han ido cambiando a lo largo del tiempo, por lo cual sería más correcto hablar de culturas e identidades vascas.
La principal seña de identidad vasca: “La formidable diversidad de sus manifestaciones culturales, lo que es algo inesperado en tan reducido espacio y tan pequeña masa crítica de gente.”
Y es que los primeros cuatro capítulos de la obra están dirigidos a definir lo vasco. Empezando por el territorio que abarca la cultura o identidad vasca el autor lo sitúa en lo que hoy forman las tres provincias de la actual Euskadi, Navarra, y el País vasco-francés. También podremos ver como el término Euskadi es una invención nacionalista del propio Sabino Arana que a finales del siglo XIX inventa toscamente el neologismo Euzkadi que tras la Guerra Civil se transformará en la palabra que es hoy.
Sin duda, y dado que el catedrático Bruno Camus Bergareche es un especialista en la cuestión, el capítulo dedicado a la lengua vasca tiene un especial interés. Para los vascoparlantes el territorio que habitan es Euskal Herria, (“el pueblo, el país vasco”), que ya aparecía en la literatura en euskera en el siglo XVI. Del origen de la lengua el autor desmonta las teorías anteriores para afirmar que tiene parentesco con el aquitano -la lengua que hablaban las poblaciones situadas entre el Garona y los Pirineos en la Galia a la llegada de los romanos en el siglo I-. Esa es la única certeza que hay al respecto. Y será entre los siglos VI y IX cuando se fragua lo que hoy llamamos vasco. No obstante, “mientras que la cultura popular se ha desenvuelto, dependiendo de épocas y territorios, tanto en castellano como en euskera, la alta cultura en el País Vasco peninsular se ha limitado hasta muy recientemente al español.(…) más allá incluso del hecho excepcional de que se conserve una lengua prerromana de filiación desconocida en condiciones ciertamente desfavorables, la cultura vasca presenta desde antiguo una complejidad y variedad lingüísticas que están en la base de su fuerte y rica personalidad frente a las culturas vecinas.”
Y ya que es complicado establecer una identificación inequívoca de lo vasco a través del territorio o la lengua Camus se adentra en el plano histórico-político, y sin duda es un hecho propiamente vasco la pertenencia a una comunidad que comparte desde la Edad Media un sistema de organización institucional de principios idénticos: el sistema foral. Y es que ciertamente, el ordenamiento foral condicionó las relaciones entre los grupos sociales, alimentó un fuerte proteccionismo demográfico y económico que aisló a la población campesina de su entorno español y europeo y reforzó los modos de vida más conservadores y tradicionales.  La gran diferenciación en la sociedad vasca del Antiguo Régimen entre los dueños del poder político, la pequeña nobleza rural propietaria y las masas de campesinos encontrará en el sistema foral una fuente de legitimación que fomentará una nobleza con acceso a la instrucción y por tanto con dominio oral y escrito del castellano frente a un campesinado monolingüe en vasco y analfabeto completamente aislado que aceptaba la protección material y espiritual a terratenientes y párrocos. Y si bien es cierto que en otras zonas de España se daban situaciones similares y que la realidad vasca no era todavía singular, sería la llegada al trono español de los Borbones y la supresión por parte de Felipe V de los fueros de Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña la que convertirá a Navarra, Guipúzcoa, Álava y Vizcaya en entidades singulares con una especificidad capaz de generar una naciente identidad política aun vigente en nuestros días.
Los distintos avatares políticos provocarán una importante reforma del régimen foral en el siglo XIX que darán como resultado un considerable aumento del poder de las diputaciones forales, verdaderos gobiernos autónomos con competencias fundamentales como la educación, obras públicas, sanidad…, “las que con más claridad encarnen la particularidad vasca y son, por ello, las instituciones que mejor representan la imagen de la foralidad para los españoles del siglo XX. Así, este fuerismo impregnará la vida pública vasca en el siglo XIX hasta hacer crisis durante la Restauración y dar paso al nacionalismo de Arana. El ideal fuerista se vendrá abajo con la segunda guerra carlista y la ley canovista de abolición de los fueros. Aun así y pese a las reformas el régimen foral, especialmente en los conciertos-convenios económicos sigue en vigor de manera significativa para horror de quienes los consideran una flagrante discriminación respecto al resto del país.
Llegamos así a las relaciones vascas con España. El fuerismo al igual que el carlismo vasco se alimentaba de las mismas mistificaciones ideológicas (mito tubalista, vascoiberismo, vascocantabrismo), pero “en la medida en que los fueros se respetaran, el pacto de los vascos con la Corona y su vinculación a España estaban absolutamente fuera de discusión”. Pero el fin de la segunda guerra carlista y la “abolición foral” de 1876 generaría un descontento importante en la sociedad vasca y dejará lugar a un Sabino Arana que fundando en 1895 el Partido Nacionalista Vasco sobre una base mitológica, integrista y radical reclamará la vuelta a un orden político original entre los vascos basado en una república independiente no corrompida por la industria y el comercio donde imperaría un catolicismo vasco sin la contaminación de la inmoralidad española representada en los mineros y los trabajadores industriales con pretensiones igualitarias. Semejante memez, (esto lo añado yo), se verá acompañado de toda una simbología e iconográfica capaz de encuadrar a la población en una comunidad nacionalista omnipresente. Y claro, la ikurriña en el conjunto:
“Según dejó escrito el mismo, en ella se incluía la referencia a Vizcaya en el fondo rojo, igual al del escudo del señorío; los fueros quedaban simbolizados por el verde de la cruz de San Andrés, como el roble de Guernica; y, por último, la cruz blanca representaba a Dios y a la religión.” Su adopción por el Gobierno autónomo vasco en 1936 generalizaría el uso del que hoy goza. Y por supuesto la lengua formaría parte esencial de ese imaginario aunque siempre en un lugar secundario respecto a la raza y la genealogía.
En 1958 una escisión de las juventudes del PNV (EGI) formarán Euskadi ta Askatasuna (País Vasco y libertad, ETA). A lo largo de los años 60 desarrollará su propia ideología donde habrá elementos claramente diferenciados del nacionalismo inicial como el marxismo o la aconfesionalidad y en 1968 pondrá sobre la mesa su primer asesinato reconocido, el de José Ángel Pardines. (Constatar que el 28 de junio de 1960, una niña de un año, Beatriz Urroz, moría a causa de una bomba colocada en las vías férreas de San Sebastián. Nadie reivindicó el atentado pero es más que probable que fuera la primera víctima de estos asesinos). -Sobre ETA, en este blog dediqué una entrada al impresionante Allí donde ETA asesinó de Willy Uribe, no se lo pierdan, es todo un homenaje a las víctimas de tan salvaje y repugnante ritual como el que implica el terrorismo etarra: http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/04/alli-donde-eta-asesino-de-willy-uribe-y.html -
Los años han pasado, con la llegada de la democracia las distintas opciones políticas han dado lugar a partidos políticos y organizaciones donde algunas de ellas, las vinculadas a la llamada izquierda abertzale han participado muy activamente en elementos como la difusión del euskera a través de una gran actividad editorial, prensa, literatura, música…, no es ilógico pues que sus mayores apoyos los obtengan en Guipúzcoa, zona con mayor porcentaje de euskaldunes.
A partir de aquí este Para entender la cultura vasca se desliza por un delicioso análisis de la literatura, el arte, la música la gastronomía, los juegos, el paisaje… en fin, todo aquello que podría aportar claves al concepto de cultura vasca y por el que pasaré con menos detalle.
Hasta el siglo XVIII una mayoría de la sociedad vasca se expresaba en euskera por lo que hasta entonces la literatura popular se produce en esa lengua. Los primeros textos de cierta entidad datan del siglo XVI y aunque muy reducidos, son “la base de una historia y una tradición literaria contemporánea de características bien distintas de la española en general.” Pero si bien el desarrollo posterior, ya a mediados del siglo XIX será importante aunque la coincidencia de planteamientos entre la cultura en euskera y en castellano será casi total, a finales de siglo la ruptura será evidente. Mientras la literatura en vasco se quedaba limitada y obsesionada con el mundo rural y tradicional, los Unamuno, Pío Baroja o Ramiro de Maeztu –literatura vasca en castellano- se subían al carro de la modernidad y se abrían a la influencia exterior. Todo intento posterior de renovación quedaría abortado por la Guerra Civil y el franquismo. Solo recientemente parece acercarse un panorama de normalidad a la literatura en euskera, sin duda marcada por el acceso a un público más numeroso.
Muy interesante igualmente el estudio del paisaje vasco, con la conclusión de que una vez más la definición de lo vasco se ramifica, porque no lo hay específico, podemos encontrarlo atlántico y continental-mediterráneo, de caseríos y de valles y aldeas, campesino y marinero, rural y urbano, agrícola e industrial.
Por cierto, respecto a la gastronomía déjenme mostrarles como la lectura de estos libros es tan deliciosa como necesaria, y es que la gran parte de los productos que hacen de la cocina vasca un referente indiscutible se implantarían en el siglo XIX y no antes cuando la alimentación en la vertiente atlántica era lamentable:
“El triste panorama de la Edad Media y la Edad Moderna da un salto decisivo, pues, a principios del siglo XIX y especialmente en la segunda mitad de esta centuria se sientan las bases de la tradición que conduce a la actual opulencia gastronómica.”
Por último, Bruno Camus Bergareche nos hará un viaje a través de los estereotipos que han marcado a los vascos. Desde la imagen que desde el siglo XV y XVI y que cuajarán en el XVII donde la lengua (bárbara y por tanto estigmatizada como inculta) o la indumentaria: “Las mujeres casadas de sus clases altas se adornaban con altos tocados de formas cónicas que causaban asombro a sus contemporáneos. Era una moda medieval que todavía se mantuvo hasta el siglo XVIII en Vizcaya o Guipúzcoa, pero que, fuera de algunas áreas atlánticas como el norte peninsular o el suroeste francés, era ya perfectamente desconocida para los europeos del siglo XV. Las autoridades políticas y religiosas la consideraron obscena a finales del siglo XVI y persiguieron y prohibieron su uso. Veían en ella una clara representación fálica y se explicaban su presencia entre los vascos a partir de la naturaleza ciertamente dudosa de su cristianismo.”
En el Siglo de Oro el primitivismo vasco era sinónimo de candidez y cortedad intelectual.  La imagen del vasco cambiará decisivamente en el siglo XIX con intervenciones decisivas como la de Wilhelm von Humbolldt que pintará a los vascos como gentes sencillas celosas de su independencia y sus costumbres respecto a otras naciones.
Respecto a los tópicos relacionados con la Iglesia y la mujer en el mundo vasco, hoy los datos son concluyentes respecto a su superación, pero podrían tener base en que hasta finales del siglo XIX donde al igual que en el resto de la España cantábrica, eran normales los matrimonios a edad muy tardía y altas tasas de soltería femenina, se trataba de controlar el aumento de población en un territorios pobres. Así, en los caseríos de la vertiente cantábrica el entorno dominado por mujeres, -abuelas, madres y tías solteras- era lo habitual. En este tipo de cultura agraria, el trabajo de las mujeres era fundamental y, aunque siempre por debajo del hombre, su influencia era muy importante.
En cuanto a la Iglesia, es curioso que el tópico de la religiosidad vasca fuera el contrario al que se impusiera en el siglo XVI. Entonces eran la magia y la brujería las que dominaban mientras que posteriormente sería la extrema religiosidad. El autor debe esta sublimación de la religiosidad vasca al papel central que la Iglesia tiene en la historia del país desde hace siglos y el papel que los vascos han ejercido en la evolución de dicha institución.
En fin, Para entender la cultura vasca termina con una reflexión respecto al presente de lo vasco:
“La cultura vasca del siglo XXI se encuentra sólidamente asentada en el centro del mundo globalizado contemporáneo y sobre los cimientos que proporciona una larga tradición propia y original, que es, además, de gran interés histórico. (…)Por encima de cualquier otra característica, es esta diversidad su activo más prometedor con vistas a la evolución futura.”
La edición presenta una escueta aunque práctica bibliografía pero carece del necesario índice alfabético en estos casos.

Ya lo han visto, un libro que hay que leer si quieren hacer una aproximación real y necesaria a la particularidad vasca. Es desesperante la distancia y los prejuicios que nos separan a los españoles y no parece que la situación actual del país vaya a trabajar en la mejor dirección, así que para mitigar los efectos secundarios de otras dolencias será una buena terapia la lectura de textos como este.






2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo, para comprender primero hay que conocer. Soy vasca pero me lanzo a comprar el libro. Gracias por la crítica.

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  2. También en El Polemista:
    Historia mínima del País Vasco de Jon Juaristi: http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/04/historia-minima-del-pais-vasco-de-jon.html

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