No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

viernes, 14 de junio de 2013

Homo economicus de Daniel Cohen, y el darwinismo social como dogma.


“El director de un centro de transfusión sanguínea, deseando aumentar sus reservas, tuvo la idea un día de ofrecer una prima a los donantes de sangre. Para su estupefacción, el resultado fue exactamente inverso: su número disminuyó. La razón no es demasiado misteriosa. Los donantes dan prueba de generosidad. Los embarga un comportamiento moral, de preocupación por los demás. El hecho de remunerarlos lo cambia todo. Si ya no se trata de ayudar a los demás sino de ganar dinero, su participación cambia de naturaleza. Se solicita otro lóbulo de su hemisferio. El hombre moral abandona la sala cuando entra el Homo economicus. Los dos representan su papel, ciertamente, pero no se pueden sentar a la misma mesa”.
¿Brillante verdad? Pues este Homo ecomomicus (Ed. Ariel) es así de ameno, claro y concreto a lo largo de la totalidad de sus páginas. Y si bien esta anécdota Daniel Cohen la ha extraído de Las estrategias absurdas de Maya Beauvallet, sirve para ilustrar como desde hace treinta años el mundo contemporáneo ha decidido la vía de la prima, o lo que lo mismo, del  aumento de la recompensa y el endurecimiento del castigo creando un mundo mucho más desigual. Se trata de la imposición de un mundo neodarwiniano en el cual los débiles son abandonados por los vencedores del desequilibrio.
Vivimos tiempos donde la economía recibe el mandato en la dirección del mundo cuando las necesidades sociales se sumergen en el núcleo de la sociedad post-industrial: sanidad, educación, pensiones, investigación…  se han inscrito en la lógica mercantil. “Mientras la creatividad humana es más elevada que nunca, el Homo economicus se impone como un triste profeta, el aguafiestas de todos los tiempos.”
Así requerimos un inmediato replanteamiento entre la relación de la felicidad individual y la marcha de las sociedades.
Este libro plantea en una constante reflexión sobre estas máximas paradojas apasionantes como el hecho de que durante el siglo XX la sociedad industrial generó un “aburguesamiento” ininterrumpido de la clase obrera, y sin embargo hoy podríamos hablar de una proletarización de los ricos en su imaginario. Si bien durante el siglo XIX la burguesía vivía obsesionada por los valores premodernos –esencialmente nobiliarios-, los ricos de hoy han desdibujado por completo los marcadores culturales y psicológicos de la posición social y las aspiraciones y los gustos de hoy son comunes a todas las clases: ¡la riqueza se basta ya así misma! Ha terminado el mundo anterior, el de la contención, dejando paso al del exceso. Daniel Cohen lo define como “el paso de una edad de equilibrio a una edad de ambición.” La “decencia” con la que las élites velaban su éxito hoy está pasada de moda y abandonando a las clases medias y populares a su suerte no temen exhibir su riqueza.
Las referencias y comparaciones históricas y presentes son constantes en este Homo economicus, sin duda las que ligan el pasado más inmediato con la actualidad son las más útiles para desgranar el contenido del texto: si bien la segunda mitad del siglo XX estuvo marcada por la Guerra Fría, hoy el crecimiento de los países emergentes hace perder a Occidente el monopolio de la modernidad y revisitan el esquema tomado por occidentales y japoneses, el que lleva a las sociedades rurales a industrializarse, urbanizarse y escolarizarse. Se impone un modelo único. Sin embargo para la gran parte de los habitantes pobres del planeta la globalización sigue siendo un espejismo. China como imagen:
“Detrás del milagro chino encontramos un compendio de Dickens y Balzac, nuevos pobres y una nueva burguesía. Los desastres ecológicos afectan a la vida de 560 millones de urbanitas, de los cuales solo un 1% respiran un aire considerado sano por las normas de la Unión Europea(…)El secreto de la fábrica del mundo son todos esos trabajadores emigrantes llegados del campo que representan un coste de trabajo muy escaso.” Y en ese contexto, los resultados no pueden ser más espectaculares: en menos de tres décadas 300 millones de chinos han salido de la pobreza multiplicando el ingreso medio por cuatro, y sim embargo, la media de los chinos siguen en el nivel inicial. El tercio superior ha visto aumentar su felicidad pero el tercio inferior la ha visto caer en las mismas proporciones.
“El Homo economicus puede enriquecerse considerablemente, como lo hace hoy en China, pero crea tensiones imprevistas que, al final, anulan el beneficio con el que contaba.”
La situación europea le sirve a Daniel Cohen para evidenciar como hoy economía y política tiran en direcciones opuestas. Cuando la crisis causa estragos, la rivalidad económica aguza las rivalidades nacionales y la tentación de ir cada uno por su cuenta se impone. Y es que en tiempos de crisis, el homo economicus pasa a la amargura y al sentimiento vengativo. Y es que en el fondo, se ha producido el fracaso de quienes piensan que la prosperidad económica conduce a mayores cotas democráticas, cuando en realidad es la potencialización de la ciudadanía la que lleva a ello.
Y llega el homo digitalicus, la nueva figura de la sociedad digital emergente:
“un ser que parece privado de una conciencia clara de sí mismo, a la vez exteriorizado, bajo la mirada constante de otros, y dándose cuenta también, bajo máscaras múltiples, de la parte insatisfecha de sus fantasmas (…) La preocupación de hacerse ver se organiza como un juego de suma cero: los que son admirados ganan la guerra social contra aquellos que no lo consiguen. Los primeros reaccionan de forma exagerada a los códigos sociales, los segundos los abandonan.” Este juego crea de un lado a un individuo excluido del juego social, y la del individuo del exceso, que se atribuye a sí mismo las causas de su éxito, sin tener en cuenta a los demás. Son los tiempos que corren afirma Cohen, en esta competición el objetivo principal es imponerse socialmente, porque encarna una nueva manera de concebir la vida en sociedad donde solo el más apto puede sobrevivir.
Y esta nueva situación tiene también su traslación al mundo político: en la modernidad la izquierda equivalía a progreso mientras que la derecha lo hacía a reacción, a la defensa de los valores premodernos. Y sin embargo en la sociedad de la diversión donde se han eliminado todas las inhibiciones la derecha se encuentra mucho más cómoda, la libertad deja de ser un anhelo para convertirse en un imperativo. La paradoja está en que la quiebra del relato revolucionario lejos de generar una sociedad postmaterialista, ha exacerbado aún más el materialismo.
“Frente a esas inmensas transformaciones, el Homo economicus es un profeta bastante malo. Queriendo remontar los obstáculos que se alzan en la persecución del enriquecimiento y en nombre de la eficacia, persigue a sus propios competidores, el Homo ethicus, empaticus… esas otras partes del hombre que aspiran a la cooperación y la reciprocidad. Pero al triunfar sobre sus rivales muere, encerrando la naturaleza humana en un mundo privado de ideales y al final ineficaz.”
En definitiva, antepongamos la cooperación a la competición.

Una vez leído este Homo economicus de Daniel Cohen a nadie puede sorprenderle que sea el ganador del Prix du libre d’economie 2012, como tampoco el prestigio con el que ha llegado a España. Estamos ante un texto que sin duda será un referente de la reflexión de los tiempos actuales, a lo que ayuda sin duda la facilidad y lo ameno de su lectura.
Ojalá textos como este contribuyan a la necesaria reflexión ante lo que a día de hoy es un imparable avance de este neodarwinismo social que tan bien retratado ha quedado en este homo economicus.

 



En EL POLEMISTA se encuentran numerosas reseñas sobre libros relacionado con el tema. ÍNDICE: http://elpolemista.blogspot.com.es/2013/04/indice-completo-de-el-polemista-hasta.html