No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

martes, 21 de octubre de 2014

La gran vergüenza (La gran vergonya), ascenso y caída del mito Jordi Pujol de Lluis Bassets, Espías de Franco, Josep Pla y Francesc Cambó de Josep Guixà, y, presente y pasado de un proyecto extractivo.


Es muy dudoso que el inicio de Lluís Bassets acierte abriendo su La gran vergüenza (Ed. Península en castellano) con esta frase de Maquiavelo: “Un príncipe que quiera hacer grandes cosas necesita aprender a engañar” (este mal uso de los clásicos le tocará también a Max Weber), y es que desde el primer momento el autor, a pesar de la dureza con la que trata lo que a día de hoy ya no se esconde como además de una gran vergüenza, una gran estafa, Jordi Pujol y el pujolismo, sigue teniendo la necesidad de mitigar o diluir el fenómeno en otros. Volveré a ello.
Obviamente el libro parte de la declaración que el 25 de julio del presente 2014 Jordi Pujol realizaba confesando la existencia de una fortuna familiar oculta en el extranjero durante 34 años y que evidenciaba la práctica de corrupción absoluta en su persona y su entorno.
Bassets comienza desgranando su relación con Pujol mezclando los ingredientes profesionales, los de un periodista y su medio incómodos al ex honorable, y los íntimos, porque no se entenderá el libro si de él se espera una narración propia de un ensayo, hay mucho de crónica subjetiva lo que dado el poco tiempo transcurrido, convierte este relato en un documento tan interesante como precipitado:
“… el del catalanismo tal como lo he conocido, lo que acaba de recibir de la mano de su refundador contemporáneo un batacazo quizá definitivo: no quiero decir que sea el final del catalanismo, pero sí del catalanismo que hemos vivido cuatro generaciones de catalanes, desde mis abuelos hasta mis hijos”. Y le añade, que a la figura de Pujol, lejos de empequeñecerla, “le da una dimensión aún más colosal (…), ya no como padre de las patria, sino como implacable hombre de poder, capaz de amoldar la realidad a su antojo y de jugar con periodistas, políticos, opiniones públicas y, sobre todo, contrincantes como si todos ellos fueran una camada de gatitos ciegos. Un hombre de poder, sin embargo, que se ha quedado de repente desnudo ante quienes le admiraban.”
El autor hace balance de los 23 años de Gobierno como hoja de servicios indiscutibles a la democracia española y a la construcción de la Cataluña actual, “un gigante entre enanos” dice, y como será norma a lo largo de todo el texto, cualquier crítica al nacionalismo catalán vendrá seguida de una denuncia de su supuesto antagonista “español” y siempre intentando restar particularismo a la estafa pujolista y sus secuelas enmarcándolo en el contexto español: “dichos comportamientos pertenecen plenamente a una cultura contemporánea compartida, profundamente española y también catalana, que fomenta el dinero rápido y fácil…”, como si de algo inevitable se tratara.
En La gran vergonya se apuesta por el error de cálculo de Pujol al confesar su fortuna oculta, preso del pánico, y apunta al móvil encubridor de las actividades delictivas de sus hijos convirtiendo a su padre, origen de esa fortuna, como chivo expiatorio, aunque en ningún caso lo afirma con rotundidad.
Este es un ensayo precipitado, a veces caótico, donde el miedo del periodista a afirmar o dar credibilidad a los hechos evidencia su certeza respecto a lo que el tiempo va a hacer con él como si ya diera por hecha su caducidad en el mismo momento en el que entra en imprenta.
Bassets “edulcora” calculadamente la crítica a Pujol, incluso en el capítulo dedicado a Banca Catalana, como por ejemplo cuando lo compara con Berlusconi pero matiza sus motivaciones diferentes:
“…dos empresarios que se pasan a la política por motivos en apariencia radicalmente diferentes –la patria, uno; el afán de poder, el otro-, que irán desvaneciéndose y difuminándose con el tiempo hasta ser indistinguibles (…) la detestación de la justicia, la prensa y la izquierda, la manipulación audiovisual, la retroalimentación que proporcionan los adversarios (antiberlusconismo y antipujolismo).”
Ello enlaza con el momento decisivo que supone Banca Catalana en la carrera política de Jordi Pujol por ser, tras su salida airosa, “la vacuna contra todo”, allá donde toda presión a él o a su partido pasa a ser contra toda Cataluña, un chantaje que le inmuniza y que deja Banca Catalana en el inconsciente, latente pero olvidada (Bassets remite a otros autores como José Antich para contribuir a ello incluso tanto tiempo después transcurrido).
Y sigue Lluis Basssets explicando la naturaleza del problema como si ello fuera necesario por denunciarlo, aunque sea de aquella manera: “Sabemos que la corrupción está en todas partes –Gürtel, Bárcenas, los ERE andaluces… - y que en la omertà participa todo el mundo y casi tanto o más en Madrid que en Barcelona, como está viéndose sobre todo después de la confesión de Pujol.”
Sigue fascinado Bassets con el protagonista de su “La gran vergüenza”:
“Así pues, hemos visto este verano la destrucción del mito de la propia mano del héroe, que baja del pedestal y se suicida como tal héroe. De hecho, lo hace sin heroísmo ni solemnidad: a través de un sobrio comunicado burocrático remitido por sus abogados. Tampoco hay ninguna intensidad trágica, ningún pathos, en sus apariciones posteriores, cuando se deja ver en pleno agosto entre las casas y los árboles inmensos del Pirineo.”
Ello claro es, antes del repaso a la trayectoria vital (a través de diferentes fuentes) que desembocará en “el mito”, aunque en ningún caso Bassets deja de plasmar lo mucho que hay en ello de leyenda creada por el propio Pujol y la refundación de su propia biografía real con la mitificada dotada además de un sentido ideológico, y le acusa de haber creado un mito individual que pone a la comunidad y la nación  al servicio del propio poder personal y de la riqueza de los suyos.
Muy complicado resulta la contextualización de la caída de Pujol en la actualidad, este es un libro de actualidad y obviamente esta es capaz de pulverizar cualquier diagnóstico o afirmación, pero sí resulta muy pertinente la pregunta sobre el cómo y el porqué de la puesta en marcha del proceso soberanista de Artur Mas, toda la CDC y la propia familia Pujol cuando tenían bajo sus pies un legado de corrupción como el que acaba de explotarles.
Las consideraciones finales sobre la situación actual de Lluis Bassets en este La gran Vergüenza son críticas con el catalanismo al que acusa de haberse trivializado por culpa del reduccionismo independentista y por el engaño durante estos 34 años de fraude Pujol y advierte: “si Cataluña quedara en manos de la radicalidad, lo que peligraría de verdad sería el propio autogobierno y las numerosas conquistas de los últimos cuarenta años.”
En la “despuyolizar” casi final no falta alguna otra comparación sorprendente como esta que da idea de lo convulsionado que se encuentra el autor, “nadie reivindica hoy en día la obra en bloque de Napoleón Bonaparte, pero todavía causa admiración su expedición a Egipto, las formidables instituciones del Estado que creó o el Código Civil”, como tampoco la reivindicación de la parte del pujolismo que implica, a diferencia del soberanismo, el compromiso con España, el realismo político y el pactismo.
A modo de preguntas y sus respuestas se cierra el texto con afirmaciones tan discutibles como que Pujol no es corrupto si por ello entendemos “un político que se deja comprar por dinero”, que “no se esconde tras la independencia” sino que “se adhiere a ella porque nunca ha dejado de estar en la corriente central del catalanismo”, aquí sería un hombre que prima el poder a su patriotismo, la evidencia del enriquecimiento familiar gracias al poder, que sería el mejor presidente catalán de la historia hasta el 24 de julio de 2014. El comunicado del día siguiente del propio Pujol cierra a modo de anexo previo al índice onomástico.

La gran vergüenza va a decepcionar a quien espere un texto esclarecedor de los hechos, incluso a quienes se hubieran conformado con una reflexión sin tapujos ni segundas intenciones, aunque es cierto que un texto de esta urgencia plantea serios problemas en su elaboración, máxime en una Cataluña, si cabe en mayor medida que en el resto de España, donde si algo ha desaparecido es el periodismo sin temores ni autocensuras. Y sin embargo es un texto conciliador y que en muchos elementos viene a contribuir a la mesura, el sentido común, y sobre todo, en la evidencia de que no hay discursos únicos en una Cataluña que al igual que el resto de España es plural y goza de visiones y discursos diversos.

Cuando escribo estas líneas el mal llamado “proceso soberanista” (montaje independentista), Artur Mas ya ha humillado su propia teoría del “derecho a decidir” (referéndum unilateral de autodeterminación) con la supuesta consulta convocada para el 9 de noviembre para la que todavía desconocemos ningún detalle excepto su nulidad democrática y los acontecimientos se precipitan sin más conclusión momentánea que el asombro ante el daño irreparable que Cataluña está sufriendo de quienes dicen hablar en nombre de ella y realmente lo hacen desde el más inconfesable y deshonesto reduccionismo.
El significado del pujolismo se ha tratado ya en El Polemista en otras ocasiones, en voz del propio Pujol que no dudaba en retratarse en el delirante Residuals o independents? (http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/09/residuals-o-independents-de-jordi-pujol_08.html) y en el que se explicaba así: “Casi me avergüenza ver como mi actitud y la nuestra - que eran fruto de un sentido de responsabilidad y de solidaridad auténticas, de raíz moral tanto o más que política - ni han sido entendidas ni mínimamente correspondidas. Han sido y son burladas(…)En esta apelación a la solidaridad en relación al subdesarrollo de buena parte de España , además de las razones sociales y políticas jugaron en algunos sectores catalanes y en mí mismo un componente de carácter religioso.”, o en el certero análisis del significado y las consecuencias del pujolismo de Francesc de Carreras en Paciencia e independencia (http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/04/paciencia-e-independencia-de-francesc.html), o la codificación de sus secuelas ideológicas que desde la adhesión a Artur Mas realiza Germà Bel, (miembro del Consell Assessor per a la Transició Nacional) en Anatomia d’un desengany(http://elpolemista.blogspot.com.es/2013/11/anatomia-de-un-desencuentro-o-anatomia.html) entre otros.

En un plano absolutamente diferente, no quería dejar de hacer breve reseña de Espías de Franco, Josep Pla y Francesc Cambó de Josep Guixà (Ed. Fórcola), simplemente porque supone la aparición de un indiscutible texto de referencia en el esclarecimiento de las actividades de diferentes personajes del catalanismo conservador, especialmente Pla y Cambó, que realizaron al servicio de la causa del bando “Nacional” en la Guerra Civil, fundamentalmente a través de los informes de la red de espionaje franquista, el SIFNE que operaba desde Francia.
Se trata de un aplastante estudio con centenares de referencias, notas, consultas… que dejan en claro además de sus actividades como espías algunas más controvertidas como las simpatías de Josep Pla por falangistas o con el régimen fascista de Mussolini.
Un Cambó deseoso de contribuir a la victoria franquista que establece contactos en París para poner en manos de catalanes la vigilancia de la frontera pirenaica y la eficaz realización de informes que llegarán a Salamanca desde octubre de 1936, un Josep Pla que sufre una compleja evolución ideológica que termina al final de la Guerra con la esperanza de la restauración monárquica, su fracaso en el intento de hacer de La Vanguardia un elemento de vuelta a la “normalidad” tras el conflicto, el rechazo posterior de Franco que prescindirá de ellos y tardará años en premiarlos, y el intento de ocultar la realidad en el entorno de estos personajes.
Toda reseña de Espias de Franco de Josep Guixà se hace difícil por cuanto su contenido documental es abrumador y de muy difícil síntesis, solo permite remitir a su lectura.

La edición, impecable como es habitual en Fórcola, una de las editoriales que solo en esta colección Siglo XX ya aporta textos memorables, no quiero dejar de citar el que cuenta con análisis en El Polemista, Noche y niebla en el París ocupado de Fernando Castillo (http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/10/noche-y-niebla-en-el-paris-ocupado-de.html) que sin duda habrá disfrutado del recientísimo Premio Nobel de Patrick Modiano por ser parte de las más inquietantes recreaciones del París ocupado.
Solo me queda la duda de este Espías de Franco si quizá no merecía un prólogo de carácter más histórico y menos periodístico que el que hace Manuel Trallero, porque la contextualización de la percepción que el catalanismo conservador tenía de regímenes como los de Hitler, Mussolini o Salazar se basaba en la idea de “respuestas nacionalistas a la disolución revolucionaria social” por ejemplo en la obra de uno de sus mayores ideólogos como fue Luis Duran y Ventosa (La esencia de los nacionalismos, 1939) y que tan bien esclarece la naturaleza real de todo nacionalismo conservador, si es que ello no es una redundancia.

RESEÑAS RELACIONADAS POR TEMA EN EL POLEMISTA:
Paciencia e Independencia de Francesc de Carreras, y, “avui paciencia, demà independencia”.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/04/paciencia-e-independencia-de-francesc.html

Anatomía de un desencuentro o Anatomia d’un desengany de Germà Bel, y los números de Artur Mas.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2013/11/anatomia-de-un-desencuentro-o-anatomia.html

Residuals o independents? de Jordi Pujol, y la desafección calculada.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/09/residuals-o-independents-de-jordi-pujol_08.html

Catalunya, España. Encuentros y desencuentros de José Enrique Ruiz-Domènec, y la desafección creciente.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/04/catalunya-espana-encuentros-y.html

La España de los otros españoles de Carles Bonet y el encaje de Cataluña en España.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/02/la-espana-de-los-otros-espanoles-de.html

Cataluña ante España de Albert Balcells, y la necesidad de diálogo entre Cataluña y el resto de España.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/02/cataluna-ante-espana-de-albert-balcells.html

España, capital París de Germá Bel y el debate autonómico
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/01/espana-capital-paris-de-germa-bel-y-el.html

La Catalunya Soviètica de Ramon Breu y la fascinación revolucionaria de 1917.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/12/la-catalunya-sovietica-de-ramon-breu-y_1054.html

Burgesos imperfectes de Jordi Gràcia, y, la defensa de la disidencia intelectual.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/11/burgesos-imperfectes-de-jordi-gracia-y.html

Breve historia de los nacionalismos europeos de Javier López Facal, y, “los nacionalismos son como el olor corporal; uno no percibe el propio, sino solo el ajeno”.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/02/breve-historia-de-los-nacionalismos.html

El nacionalismo ¡vaya timo! de Roberto Augusto, y la trampa nacionalista.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/09/el-nacionalismo-vaya-timo-de-roberto.html

La mort de Bèlgica de Marc Gafarot, y en busca de Cataluñistán
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/05/la-mort-de-belgica-de-marc-gafarot-y-en.html

Belgistán de Jacobo de Regoyos, y el nacionalismo que viene.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/03/belgistan-de-jacobo-de-regoyos-y-el.html

Noves glòries a Espanya de Vicent Flor, y, ¿es anticatalana la identidad valenciana?
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/07/noves-glories-espanya-de-vicent-flor-y.html

Historia mínima de España de Juan Pablo Fusi, y la historia como proceso.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2013/01/historia-minima-de-espana-de-juan-pablo.html

Historia mínima del País Vasco de Jon Juaristi, una respuesta intelectual al mito nacionalista.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/04/historia-minima-del-pais-vasco-de-jon.html

La nación inventada de Arsenio e Ignacio Escolar, y los mitos nacionales.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/01/la-nacion-inventada-de-arsenio-y.html

Allí donde ETA asesinó de Willy Uribe, y la búsqueda de la libertad cotidiana en Euskadi.
http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/04/alli-donde-eta-asesino-de-willy-uribe-y.html

Los fascismos españoles de Joan Maria Thomàs, El ocaso de la verdad coordinado por Antonio C. Moreno Cantano, y la particular historia del fascismo español.

http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/09/los-fascismos-espanoles-de-joan-maria.HTML

miércoles, 1 de octubre de 2014

Delizia! La historia épica de la cocina italiana, de John Dickie, y, la necesidad de una gastronomía ilustrada.


Siete años hemos esperado a que Delizia! (Ed. Debate) llegue a nuestras manos en castellano, y aunque la espera ha sido larga, ha merecido la pena.
John Dickie, que ya se había promulgado como especialista en Italia y los italianos (especialmente en temas relacionados con la mafia), abarca sin ninguna dificultad algo tan complicado como poner “nacionalidad” a una gastronomía que hasta su “codificación” como una cocina nacional en el siglo XIX no tenía nada de uniforme, y que dado que se trata del país con mayor y más rica tradición urbana a lo largo de su historia del mundo, lejos de ser una cocina campesina ha gozado de ingredientes, legados históricos sucesivos, vanguardia cultural, experiencia, mercados e intercambios comerciales con todo el mundo, competencias sociales… y todos los elementos necesarios para que la cocina italiana sea hoy la que más aceptación goza en el mundo. No olvidemos que las ciudades italianas a lo largo de la historia instauraron sistemas de controles y prohibiciones dada la importancia para la economía y la salud urbana que tenía la alimentación.
El relato arranca en Palermo en 1154, no podía ser de otra manera, como indica Dickie, Sicilia probablemente cuenta con la cocina más característica de Italia, y es que Palermo reúne para sí cualidades para ello:
“la península italiana estuvo dividida entre varios gobernantes hasta la segunda mitad del siglo XIX. Esta historia de división es en gran medida responsable de la variedad de cocinas italianas. Pero, además de la inmigración y la laicización, otras fuerzas históricas han hecho entablar a las diversas partes de Italia un diálogo gastronómico, no solo en los últimos años, sino durante casi todo el milenio pasado. Es este diálogo el que otorga un significado útil al término comida italiana. Fue en ciudades como Palermo, que eran grandes centros de intercambio, donde se produjo dicho diálogo.”
Destaco este párrafo porque el concepto de evolución del corpus culinario italiano y su unificación posterior es la gran aportación de Delizia! y ello sin menoscabar el aspecto anecdótico e histórico del texto que a estas alturas va a dejar la primera perla al lector: si bien la pasta es un elemento unificador en la alimentación de los italianos, no solo no ha sido siempre así, sino que en muchas partes de Italia su consumo es reciente, y su origen, estaría en la itriyya, término árabe que designa a unas tiras de masa seca que se hervían y que calaron rápidamente entre la población. Así que la pasta, donde comienza la historia de la cocina italiana, sería introducida por los árabes entre los siglos IX al XI, cuando los chinos ya llevaban miles de años consumiéndola, y una creencia extendida en el siglo XX sobre la llegada de la pasta a Italia a través de Marco Polo no es más que una leyenda, pero no falta un capítulo dedicado a la Venecia del siglo XIV, el papel de las especias, tanto como condimento como con fines medicinales, y todo ello sin dejar de citar los primeros libros de cocina antes de llegar al Renacimiento y la cocina para papas y príncipes donde Roma será el centro de la gastronomía italiana.
En un siglo XVI plagado de excesos, violencia, linajes al borde de la desaparición, conspiraciones… y una mayor circulación de especialidades locales por las cuales Italia es conocida en la actualidad, favorecidas por la red alimentaria creada por las ciudades, pero también por la explosión impresa y visual, la aparición mucho más clara y nítida del mundo alimentario de la élite, y en suma, el florecimiento de la civilización culinaria italiana.
La política convirtió a Roma en el centro alimentario de Italia, la vertiente laboral del Papa como príncipe laico había cobrado más importancia, ahora buena parte de sus ingresos procedían de la tierra que gobernaba en el centro de Italia y no de aportaciones espirituales realizadas en otros lugares de la cristiandad. Roma era una ciudad de inmigrantes con una economía de servicios, más de la mitad de la población provenía de otras partes de Italia, además de embajadores, banqueros, minoristas, sirvientes, emisarios, prostitutas… de forma que se tornaba más principesca, su gastronomía era más rica, pero también más dada a los grandes banquetes y excesos, sobre todo los papales, la obra de Bartolomeo Scappi deja constancia de ello hasta la llegada de la Contrarreforma en la que Italia queda en los márgenes de Europa, sus ciudades empequeñecidas y sus príncipes superados por otros europeos.  La misma suerte corrió su cocina, las especias decayeron, y durante los siglos XVII y XVIII la revolución agrícola en toda Europa aportaría nuevas energías comerciales, las importaciones americanas cambiarían la dieta de manera absoluta, las hambrunas fueron disminuyendo, y la brecha en la alimentación de las masas y sus gobernantes se fue estrechando, aunque Italia llegó tarde a estos cambios perdiendo su gastronomía todo su prestigio hasta incluso llegar a ser motivo de burla.
Recuerdo que Delizia! también es un libro de historia magníficamente documentado y que a estas alturas el lector habrá disfrutado ya de numerosos episodios históricos y anécdotas que le habrán hecho pasar por numerosas mesas y sabores y que agrupadas a lo largo del libro también gozará de ilustraciones y fotografías en algunos casos muy de agradecer.
Pero John Dickie también pone en relieve la cocina del pueblo, y para ello dos protagonistas indiscutibles: Bolonia, la “Grassa”, nombre que en el XVII estaba muy lejos de tener un sentido peyorativo, muy al contrario, lo graso en un país habituado a la escasez hasta mediados del siglo XX no tenía nada de despreciable, y ello en una ciudad próspera que de la lana, la seda y el cáñamo había logrado cierta potencia comercial, lo que no evitaba por supuesto la existencia de hambrunas y de pobres, cuya cocina quedó recogida en los panfletos de Giulio Cesare Croce y cuyo día festivo era la Fiesta del Lechón de agosto. Y es que Bolonia era conocida por sus productos de cerdo, así que inevitablemente llegamos a la mortadela, que aunque eminentemente típico de la ciudad, el término “mortalella” se incorpora al italiano en la Edad Media a partir del francés y después el toscano, y tenía su origen en la palabra latina que designa el mortero con el que se tritura la carne. Y aunque inicialmente no había una receta única, asistimos al fenómeno de la “tipicidad” que se impondrá en distintos productos por toda Europa y que en la época del Barroco adquirió sus elementos clave: una receta precisa y concreta, una legislación protectora, una ascendencia mitificada, y mucho “patriotismo” ciudadano. Pero si hablamos de cocina popular…
“En el siglo XVIII, Nápoles también adquirió una representación ritual de la abundancia que podía recrearse a diario: comer maccheroni. Fue en Nápoles donde la pasta se convirtió en lo que es hoy: un plato del pueblo, la gloria suprema de la dieta italiana cotidiana.”
Y es que Nápoles a finales del XVIII, capital de un reino que abarcaba Sicilia y el sur de la Italia continental, con sus cuatrocientos mil habitantes, era de lejos la ciudad italiana más grande, y su arquetipo de napolitano en su ciudad gozosa, embriagados y abandonados de sí mismos, eran los más pobres de la ciudad, los lazzari. Supersticiosos y religiosos, harapientos y pobres, una especie feliz y alegre de marginalidad muy diferente al de cualquier ciudad europea, se mostraban más joviales cuando comían pasta. Pero el tópico de los macceroni en Nápoles como alimento masivo es de esta época y pasarán a ser los comemaccheroni, cuando en los siglos anteriores habían sido los comehojas por su afición a unas variedades del brócoli y del repollo conocidos como hojas.
Y será en esta época en la que aparece la primera receta de salsa de tomate que conocemos con el nombre de salsa de tomate española, con tomates a la brasa pelados y troceados, con cebolla, tomate, tomillo, mejorana, sal, aceite y vinagre. ¡Ya tenemos la pasta con tomate! Y ello coincide con el acontecimiento culinario más característico del siglo XVIII: el declive del uso de las especias, y su causa principal, que la teoría de la digestión de Galeno basada en la creencia de que la comida fría y húmeda enfriaba la olla corporal y debía ser contrarrestada con especie calientes y secas ya estaba superada.
En 1861, en Turín, la capital del Risorgimento que culminará en la unificación italiana, el Rey Víctor Manuel II asume el título de rey de Italia. Gastronómicamente Turín también había sido el canal por el que las ideas culinarias francesas se extendían por toda Italia, también con la cocina postrevolucionaria cuando tras la anexión piamontesa por Napoleón en 1802 llegó una nueva burocracia, escuelas primarias, emancipación judía… y entusiasmo por la cocina moderna, por los banquetes patrióticos donde los ciudadanos comían fraternalmente juntos… y transcurriendo el siglo XIX, una afirmación trascendente de John Dickie: “el Risorgimento italiano nació en París” y este además no adoptó de una forma manifiesta la cucina italiana.
Delizia! llega a la pizza, cuya palabra comparte origen con pitta griega y pide turca, lo que ya indica que pertenece a la ancestral familia mediterránea de panes planos. Lo que ocurre es que hasta el XIX, el dialecto napolitano, designa como pizza a toda clase de pasteles, incluida la focaccia,  y la pizza napoletana, se refería a una tarta local de almendras. Hasta entrado el siglo XIX, la pizza no será algo parecido a lo que entendemos hoy por ella, y será comida propia de lazzari por ser más barata que los macceroni.  Pero ojo, fuera de Nápoles, el alimento italiano hoy más consumido en el mundo, fracasó estrepitosamente, la palabra pizzería no entraría en el diccionario italiano hasta 1918, y no será hasta los años sesenta y setenta del pasado siglo XX cuando Italia aceptó la pizza como algo además de digerible delicioso.
Secondo l´Artusi…, son palabras mayores; La ciencia de la cocina y el arte de comer bien de Pellegrino Artusi publicado en 1891 es el libro más importante y decisivo de la historia culinaria italiana, prácticamente el único libro en muchos hogares de Italia durante todo el siglo XX; “no solo reunió y codificó muchas de las recetas que todavía son pilares de la cocina de la península, sino que convirtió por primera vez esos platos en un patrón de identidad nacional italiana.” Y ojo, este punto es esencial para comprender lo que hoy entendemos por cocina italiana y su transformación en una comida nacional a partir de tan diferentes elementos. No olvidemos que a mediados del siglo XIX apenas un 5% de la población hablaba italiano, era una lengua de élites ilustradas, y Artusi inventa un lenguaje para escribir el libro fundacional de la cocina italiana. (Una interpretación antropológica de la gastronomía española que puede ser interesante compararla con el tan diferente caso italiano con el que estamos, lo encontrará el lector aquí en El Polemista con 200 años de cocina de Isabel González Turmo: http://elpolemista.blogspot.com.es/2013/09/200-anos-de-cocina-de-isabel-gonzalez.html).
El tumultuoso inicio del siglo XX iba a meter a los fascistas en la vida y en las cocinas de Italia en 1922, pero no de forma única ni uniforme. Sin duda este capítulo será uno de los momentos más intensos en la lectura de Delizia!, y ello que algunas cuestiones como la referida a La cucina futurista y como la ha entendido John Dickie me ofrece serias dudas. Quizá no es un libro para ser juzgado con criterio exclusivamente culinario, pero vamos por partes.
Los primeros camisas negras consumían sus raciones sobre la marcha por aquello de trasladar la disciplina bélica a la vida cotidiana y Mussolini también en cuestiones culinarias era un personaje detestable cuando afirmaba que nadie debía pasar más de diez minutos diarios en la mesa. Se suponía que los fascistas debían ser duros, agresivos y de juvenil desdén, pero la realidad es que a la memez ideológica se unía la pésima gestión de gobierno que provocó que en pleno apogeo del fascismo en Italia en 1936, el consumo medio calórico de los trabajadores de las ciudades habían descendido de casi 3000 a menos de 2500 en una década. Los campesinos corrían mucha peor suerte, y ello que Mussolini quiso promocionar la “aldea rústica” como ejemplo de kitsch gastronómico pastoral, lo que se enmarcaba en los esfuerzos por ruralizar el país, tarea imposible en la Italia históricamente de las ciudades.
Caso aparte es el de Filippo Tommaso Marinetti, líder y fundador del movimiento futurista y autor, en su contexto, del Manifiesto de la cocina futurista, una excentricidad con carga artística y filosófica que el autor de Delizia! solo interpreta en clave culinaria y en el contexto de su “templo”, la Taberna del Santpalato en Turín. Desde luego, lo que sí que es seguro, es que la cocina industrial, mecánica y futurista que proponía Marinetti se encontraba en las antípodas del “ruralismo” culinario mussoliniano, pero no de las  vanguardias a las que se adscribía el Futurismo como movimiento artístico.
Uno de los elementos del famoso manual que más polémica causará será la petición de abolición de la pasta por el efecto que hacía sobre los italianos, y que además dará una de las anécdotas más divertidas de un personaje tan histriónico como Marinetti, que a pesar de ser ilustrada en el libro en fotografía, no es contada. Dado que el tema se trató aquí en El Polemista en la reseña de Lo que nos enseñan los sabios gastrónomos de Ismael Díaz Yubero (http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/01/lo-que-nos-ensenan-los-sabios.html), me permito recuperar de aquel libro por no tener desperdicio:
“Todavía es más curiosa la crítica de Marinetti, ilustre seguidor de Mussolini, de ideas muy radicales, que escribió el Manifiesto de cocina futura, [errata de la edición, no es “futura”, es “futurista”], en el que inicia una auténtica cruzada contra los espaguetis, a los que acusa de asesinar el noble ímpetu de los napolitanos, y propone la abolición del consumo de pasta, que libraría a Italia de las costosas importaciones de trigo y favorecería a la industria italiana del arroz. Unos días después de estas rotundas afirmaciones, un fotógrafo anónimo inmortalizó a Marinetti  en el restaurante Biffi, de Milán, en el que, como todos los italianos, estaba comiendo con fruición un gran plato de pasta.”
Triste es la historia de Fernanda Momigliano, autora de Vivere bene in tempi difficili primero y de Mangiare all’italiana después. Este último fue el primer intento de introducir platos judíos en la tradición culinaria nacional de Italia, y lo hacía heroicamente, desde la tolerancia y la integración, en el momento en el que lo peor del fascismo le lanzaba a la caza del judío. Momigliano, con ayuda de amigos no judíos, logró pasar por otra persona cuando la policía fascista fue a su captura.
Feliz y deliciosa es sin embargo la historia de el “milagro” económico italiano y la llegada de la opulencia que queda ilustrada con el siguiente dato: en 1951 Italia fabricó 18.500 neveras, en 1957, 370.000 y en 1967 nada menos que 3.200.000 unidades. Y modernidad significó movilidad de unas regiones a otras e impresionantes crecimientos urbanos como los de Roma o Turín. Y curiosamente, mientras el hambre desaparecía, el conservadurismo de la comida italiana llamaba a la nostalgia y a la reivindicación de la cocina del pasado, la tradición culinaria, que como varias veces se ha indicado, es esencialmente urbana, y es que se viviese donde se viviese, en la ciudad o en el campo, el milagro económico permitía disfrutar de los alimentos que en su día estaban reservados a los habitantes más acomodados de las urbes.
Como ejemplo de la relación entre las mujeres y la comida italiana contemporánea In ciuna con amore de Sophia Loren (1971), y tiene su lógica siendo todo un icono del país que bromeaba: “Todo lo que veis se lo debo a los spaguetis”, y como símbolo de la evolución de la pasta en Italia los tortellini de Giovani Rana, un claro ejemplo de como la elaboración artesana y la confianza que requiere en su contenido, evoluciona con técnicas de marketing basadas en la tradición a la producción masiva con un éxito incuestionable.
El pesto genovese, otro elemento sagrado, violentado en la Conferencia del G8 de Génova 2001 al obligar desde el Ministerio de Asuntos Exteriores a sustituir del menú para mandatarios por “salsa de albahaca”: la causa ¡el ajo!
(En El Polemista recientemente se trataba la “cocina del poder” en La cocina de La Moncloa de Julio González de Buitrago: http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/09/la-cocina-de-la-moncloa-de-julio.html )
Son los tiempos de la globalización y John Dickie no pasa por alto que en la opulenta Italia inmigrantes temporeros en zonas como Apulia, Sicilia y Calabria sufren hambruna y enfermedades propias de la miseria más absoluta, y es que como dice, “Después de mil años, la civilización italiana de la mesa sigue proyectando una sombra de miseria humana.”
También, la búsqueda de nuevas identidades y de formas globales de ciudadanía en organizaciones tan contradictorias y discutibles como Slow Food, aparecen para cerrar en 2006 el relato de Delizia! La historia épica de la comida italiana.

Parece que el boom gastronómico además de hacernos sufrir algunos de los episodios más barrocos y absurdos del hacer culinario en décadas en forma de cocineros “artistas” (que a veces hasta hacen “deconstrucción” en forma de pelotazos inmobiliarios en parques naturales españoles), o concursantes televisivos aspirantes a la “gloria cocinera”, también hay sitio para la gastronomía erudita, aquella que busca raíces y que analiza la cocina como un elemento esencial de las identidades y la forma en la que estas evolucionan, un fenómeno que abarca campos que van desde la antropología a la historia cubriendo grandes espacios de la cultura de los pueblos. Y también de las formas de vida, algunos platos hoy considerados como parte esencial del corpus culinario italiano han tenido tal desarrollo y evolución tras la extensión del fast food y el acompañamiento que la tecnología en los hogares ha hecho de ello, que cabría preguntarse si esa parte de esta cocina es más norteamericana que italiana, al menos en el uso culinario que hacemos de ella.

El público español está de enhorabuena por poder disfrutar de este Delizia!, que además encuentra en Debate una edición excelente donde no faltan ni apartados magníficamente tratados de notas o el necesario en estos casos índice alfabético.
¡Un libro excelente!

Diferentes libros sobre cocina, gastronomía o alimentación se han tratado en El Polemista desde diferentes prismas y temáticas:

Lo que nos enseñan los sabios gastrónomos de Ismael Díaz Yubero, Recetas para un mundo mejor de Grandes Chefs, y, erudición y solidaridad con buen gusto: http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/01/lo-que-nos-ensenan-los-sabios.html

La cocina de La Moncloa de Julio González de Buitrago, y, en torno a los gustos presidenciales:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/09/la-cocina-de-la-moncloa-de-julio.html

200 años de cocina de Isabel González Turmo, y, la gastronomía desde la antropología:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2013/09/200-anos-de-cocina-de-isabel-gonzalez.HTML

Alimentos bajo sospecha de Gustavo Duch y las alternativas al modelo alimentario y No vamos a tragar de Gustavo Duch:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/06/comer-animales-de-j-safran-los.html

http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/06/no-vamos-tragar-de-gustavo-duch-el.html

Despilfarro de Tristram Stuart:http:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/09/despilfarro-de-tristram-stuart-manual.html

Comer animales de J. Safran, Los productos naturales ¡Vaya timo! De J.M Mulet, Lo que hay que tragar de G. Duch, y, ¿Pensamos lo que comemos?:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/06/comer-animales-de-j-safran-los.html

ÍNDICE COMPLETO DE EL POLEMISTA HASTA SEPTIEMBRE DE 2014:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/07/indice-completo-de-el-polemista-hasta.html