No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

viernes, 11 de diciembre de 2015

¿Está en declive la democracia liberal? en Vanguardia Dossier (nº 59), y, razones para el pesimismo.


La Democracia no se encuentra en declive pero hay razones para pensar que hay sectores de la población en numerosos Estados democráticos que parecen presentar muestras de “aburrimiento” con las democracias liberales y es indiscutible el auge de populismos de toda ralea que no encuentran en el marco de estas satisfacción a sus anhelos dando paso a fundamentalismos ideológicos y morales y el bodrio anti elitista, anti intelectual o anti técnicista gana cada día más espacios y partidos de escasa calidad democrática tanto en su funcionamiento como en sus programas y sus mensajes ganan protagonismo: desde Podemos en España al Frente Popular francés (este es uno de los casos más preocupantes), pasando por el grotesco Beppe Grillo (M5S), los griegos de Syriza, las extremas derechas del Norte de Europa, los nacionalismos periféricos delirantes como el catalán… los ejemplos son numerosos, fuera de Europa hay casos que van desde los gobiernos bolivarianos de Sudamérica al Tea Party americano.
El tema de los populismos se ha tratado en varias ocasiones en El Polemista, la última con las reseñas de Populismos, una defensa de lo indefendible de Chantal Delson o El Populismo de Loris Zanatta: http://elpolemista.blogspot.com.es/2015/11/populismos-una-defensa-de-lo.html
Pero el fenómeno tiene además un alcance mucho mayor allí donde no se logran niveles democráticos aceptables o donde ni se plantean, varios autores tratan en este ¿Está en declive la democracia liberal? la cuestión.

En 88 Estados del mundo de 195 los ciudadanos gozan de libertades civiles, lo que significa que las disfruta el 40% de la población mundial, obviamente con diferentes intensidades. Entre los Estados más libres según Freedom House los primeros son Finlandia y Noruega, en el grupo de los parcialmente libres se encuentran países como Serbia o Irán, y en el de no libres los hay como Zimbabue y Somalia, este último el menos libre del mundo. Respecto a la evolución los más libres han ido incrementándose tras el colapso soviético y si en 1984 eran el 32%, en 1994 ascendían al 40%, el 46% en 2004 y en idéntico porcentaje en 2014; los menos libres sin embargo han pasado del 35% en 1984 al 26% en 2014.
Siempre se agradecen los gráficos de Vanguardia Dossier.

¿Se halla en declive la democracia? se pregunta Marc F. Plattner: y apela a Samuel P. Huntington como no puede ser de otra manera situando el inicio de la democracia en 1828 cuando en EEUU se alcanza el 50% del sufragio del total de la población adulta masculina; después vendrán las diferentes oleadas, la primera de 1828 a 1926, la segunda de 1943 con retrocesos entre 1958 y 1975, y la tercera en los años 80 y 90. Y es que siendo cierto que la tercera oleada ha cesado, también lo es que no ha habido ninguna en sentido contrario según el autor, lo que resulta muy discutible si consideramos el auge del autoritarismo como un ciclo. Y es que aunque optimista respecto a la posibilidad de que la democracia recupere impulso como en otros momentos de la historia, el autor concluye: “El declive global de la democracia se halla en fase temprana y dista de ser irreversible, pero presenta un serio peligro. La situación puede aún modificarse (…) requiere la determinación y la convicción democrática lamentablemente ausente en los últimos años entre los líderes de las democracias del mundo.”
Larry Diamond se plantea el Hacer frente a la regresión democrática y para ello analiza diferentes casos concretos, y aunque optimista, plantea como elemento clave trabajar para la consolidación de las democracias que han emergido en las últimas décadas, aun así en su pormenorizado análisis indica que el mundo ha experimentado una moderada pero prolongada regresión desde alrededor de 2006. Además de la falta de mejoría o de un moderado desgaste de los niveles de democracia y libertad ha habido otros motivos de preocupación, como el índice de crisis democrática, un deterioro y pérdida de calidad en los países de mercado emergente, un aumento de autoritarismo en Estados grandes y estratégicamente importantes y el hecho de que en democracias establecidas empezando por Estados Unidos, se comienza a carecer de voluntad y autoconfianza para promover la democracia de forma efectiva en otros países.
“Es esencial que los demócratas en las democracias asentadas no pierdan la fe. Los demócratas cuentan con la mejor gama de ideas. La democracia puede retroceder de uno u otro modo en la práctica, pero sigue aumentando globalmente por lo que respecta a los valores y las aspiraciones de los pueblos. Tal coyuntura propicia importantes nuevas oportunidades para su crecimiento. Si su actual regresión degenera en una crisis profunda, será porque quienes vivimos en democracias asentadas nos hemos convertido en nuestros peores enemigos.”
Steven Levitsky y Lucan Way apuntan a El mito de la regresión de la democracia; si en los noventa los analistas mayoritariamente erraron calificándola de década democrática sin precedentes no viendo un periodo de crisis autoritaria donde la mejoría económica permitió un contexto menos hostil para la estabilización de regímenes autoritarios antes débiles, y señalan  que la democracia en la última década presenta más bien su resistencia y tenacidad frente a un ensombrecido panorama geopolítico, pero antes una perla:
“… factores estructurales como el nivel de desarrollo, la desigualdad, el rendimiento económico, la abundancia de recursos naturales, la capacidad del Estado, la fuerza de la sociedad civil y los vínculos con Occidente siguen afectando notablemente el grado de probabilidad de alcanzar y mantener la democracia. No es una casualidad que la mayoría de las no democracias que quedan en el mundo se hallen arracimadas en Oriente Medio, el áfrica subsahariana y la antigua Unión Soviética (…) Camboya, Etiopía, Kazajistán, Libia o Iraq, pero las esperanzas de que la democracia se haga realidad en estos casos carece de fundamento teórico o empírico. Y la frustración de las expectativas infundadas no debería ser confundida con la regresión democrática.”
Richard Youngs se pregunta si a un Nuevo orden global, ¿nueva democracia?, y plantea la llegada de la democracia a Estados que a diferencia de Occidente la conocen sin la experiencia previa del liberalismo; y siendo un llamamiento a la defensa de la diversidad plantea serias dudas, la experiencia demuestra que sin libertad económica no hay libertad política, ningún modelo ha logrado cambiar esa ecuación en sus distintas formas.
Manuel Castells tiene dificultades para disimular su fascinación por grupúsculos tan poco democráticos como Podemos o CUP en referencia a España y plantea un análisis incompatible con la base democrática y de un sesgo que incluye incluso un ataque a otro partido emergente en España como Ciudadanos en una demostración de la falta absoluta de rigor científico en el análisis, realmente lamentable, todo un ejemplo del bodrio populista en su máxima pretenciosidad: “En la crisis política actual se mezclan la crítica a los partidos tradicionales, la crítica a formas obsoletas de representación ciudadana, la crítica a la dominación de las políticas públicas por los intereses privados y la defensa de la soberanía popular frente a las imposiciones unilaterales de la Europa alemana. Todas estas críticas fueron formuladas y difundidas por movimientos sociales, tanto el 15M como el independentismo catalán. Y por tanto no son fácilmente negociables ni adaptables a los marcos institucionales.” ¡Por eso no son democráticas, señor Castells!
Factores económicos y sociales del declive de la democracia es el análisis que realiza Joshua Kurtlantzick, uno de los especialistas en temas asiáticos. El autor evidencia la mayor propensión a la vecindad pacífica de los Estados democráticos respecto a los autoritarios, constata casos de “democracias fallidas” como las que líderes emanados de las urnas como Erdogán, Orban, Hun sen, Correa, Maduro, o Vladimir Putin pero también reivindica como bases más firmes las democracias del mundo actual que las que se presentaron entre 1945 y 1988. Su análisis de Tailandia como ejemplo de Estado que retrocede democráticamente en favor del ya familiar autoritarismo militar es ilustrativo de su muy matizado optimismo.
Y llega el análisis estrictamente territorial:
Cristopher Hare y Keith T. Poole tratan el caso de los Estados Unidos desde La polarización partidista y su efecto sobre la democracia: y es que advierten que la coyuntura política y económica podría deparar un conflicto entre demócratas y republicanos en el Congreso así como entre sus partidarios en la sociedad estadounidense pero no como para ser una amenaza para las instituciones democráticas. La evolución histórica del partidismo norteamericano y con matices apuntan a una dimensión liberal-conservadora en las élites políticas no así entre la ciudadanía políticamente informada y comprometida.
“No creemos que los derechos democráticos esenciales en EEUU corran riesgo, pero existe una posibilidad real de un retorno a la violencia y los disturbios que marcaron la política durante la década de 1960 en tiempos de la guerra de Vietnam. Este riesgo aumenta por el hecho de que, como la mayoría de otros países desarrollados, EEUU está sumido en un régimen de crecimiento bajo con un elevado nivel de desigualdad en los ámbitos de los ingresos y la riqueza. Eso cambiará.”
Michel Wieviorka es una de las mejores aportaciones que este número ¿Está en declive la democracia liberal? de Vanguardia Dossier presenta; desmontando el triunfalismo de Francis Fukuyama que tras la caída del Muro de Berlín anunciaba el fin de la historia y la entrada de la humanidad en lo sucesivo en la era de la democracia liberal; hoy, los regímenes autoritarios apenas cuentan con apoyos en los países democráticos como en los años setenta pero más de tres décadas después de la caída del comunismo la democracia presenta una realidad problemática. Y hoy ya no es una cuestión de oponerla a otros tipos de regímenes en otros lugares o tiempos pero requiere soluciones y el autor pone algunos ejemplos: el paro, y cita el caso ruso, donde la carencia democrática es acuciante desde 2008 y se evidencia una nostalgia a la época soviética en la que se accedía directamente al empleo, a la educación o a otros servicios y al no verse satisfechas las expectativas económicas aparecen pulsiones nacionalistas y de odio a minorías.
La democracia liberal reconoce con más facilidad a ciudadanos dotados de derechos y deberes que a identidades colectivas: el desafío que se plantea a la democracia consiste en asumir las demandas culturales o religiosas evitando dos escollos: el comunitarismo negador del vínculo social y cívico y el universalismo abstracto negador de las raíces y los anclajes colectivos.” Este aspecto Wieviorka lo contextualiza citando ejemplos tan diferentes como las particulares “crisis” de nacionalismos periféricos en Estados democráticos o el multiculturalismo, quizá con más espacio hubiera podido explicarlo mejor.
Los límites de la representación política y su conflicto con visiones de democracia deliberativa o participativa y el papel de internet, los dilemas de la soberanía popular cuando está lleva al poder a posiciones que topan con los propios valores democráticos, la separación de poderes que, por ejemplo, en casos como el terrorismo, depara situaciones de choque entre el poder ejecutivo, legislativo y judicial incluidas leyes que podrían restringir libertades individuales.
“La crisis de la democracia liberal, actualmente, en numerosos países, mantiene un estrecho nexo con la crisis o la falta de movimientos y conflictos, ya sean sociales o culturales.”
Daniel Zovatto constata que la democracia es la forma mayoritaria de gobierno en América Latina a diferencia de hace solo tres décadas y media y que esta convive con altas tasas de pobreza, desigualdad, corrupción y criminalidad, es una pena que este artículo no haya sido escrito tras los cambios decisivos de estos días en los gobiernos de Argentina y Venezuela porque el autor apunta a una encrucijada histórica que marcará el rumbo para las próximas décadas; sin duda este asunto merecía más atención por su trascendencia.
África es abordada por Richard Joseph que culpa a factores externos como el auge chino, el autoritarismo ruso o los conflictos en Oriente Medio, el yihadismo o la consolidación de los sistemas liberales como elementos de freno de la democracia liberal en África. Hay algunos casos subsaharianos que el autor ve con mayor esperanza.
Y China con una atrevida presentación: ¿un modelo político alternativo para las democracias occidentales? Ivan Krastev sostiene que el nuevo siglo está marcado por la aceptación del lenguaje de los derechos humanos aunque ello no implique democracia, constata el descontento en esta y en todo un salto al vacío afirmando al sistema chino como basado en un principio de liderazgo colectivo que impide el autoritarismo personalista explica por qué China es más democrática que Rusia:
1-Hay mayor rotación de poder.
2-El gobierno chino no penaliza la protesta laboral, la represión sobreviene si hay un intento de auto organización.
3- China aun siendo más autoritaria y comunista que Rusia posee un sistema de decisión más integrador y de mejor calidad y su liderazgo colectivo acepta como legítima la discrepancia.
4-Mientras que en Rusia la élite lo es por cercanía con el poder en China es meritocrática.
5- China realiza sus políticas a través de la experimentación de diferentes modelos en diferentes regiones al contrario que en Rusia.
Un artículo este de Ivan Krastev que elude por completo la realidad de un régimen como el chino que hoy continúa siendo un modelo totalitario sencillamente impresentable como una alternativa a los regímenes democráticos, ni tan siquiera a modelos autoritarios tan poco deseables como el ruso y que a buen seguro el lector mínimamente crítico va a quedarse sorprendido tras su lectura.
La sección libros, viajes, historia amenizan este último número de Vanguardia Dossier una vez más.




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