No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

lunes, 28 de marzo de 2016

China, la nueva ruta de la seda en Vanguardia Dossier (nº60), y, ¿la expansión china imparable?


Hace unos días trataba El Polemista Negociando con China de Henry M. Paulson http://elpolemista.blogspot.com.es/2016/03/negociando-con-china-de-henry-m-paulson.html , el que fuera Secretario del Tesoro norteamericano y Presidente de Goldman Sachs, un libro que analiza la evolución del gigante chino y conviene recordar del mismo una frase: “A pesar de los éxitos de China y de los miedos de muchos ciudadanos de Estados Unidos, el país asiático no es una máquina imparable que ha inventado un modelo económico mejor que el nuestro y acabará dominando pronto el mundo. Más bien al contrario. Su sistema económico necesita una importante remodelación y tiene escasos imitadores. Su sistema político no tiene ninguno. Exagerar la fortaleza de China es tan arriesgado como infravalorar su potencial.”
China la nueva ruta de la seda se sitúa en la reivindicación que el presidente chino Xi Jimping hiciera en 2013 de la originaria del siglo II a.C que recorriera las regiones de Asia Central refiriéndose a la nueva ruta que abarca 60 países y combina una ruta terrestre y una vía marítima que conecta China con Europa a través de Asia Sur-Oriental, Asia Central y Oriente Medio en la que se encuentran el 75% de las reservas de energía conocidas, genera un 55% de la riqueza del mundo y afecta al 70% de la población mundial. En realidad este monográfico de Vanguardia Dossier extiende el análisis al lugar de China en el mundo y su previsible expansión, no olvidemos que es la primera potencia comercial del mundo.
Nicola Casarini apunta a las próximas tres décadas para la realización del proyecto con fin en 2049 en el centenario de la fundación de la República Popular China, pero apunta que supone el abandono del enfoque tradicional sostenido por Deng Xiaoping que tenía por estrategia un perfil bajo en la política exterior centrándose en la construcción de una economía nacional.
La iniciativa de la que hablamos One Belt, One Road, OBOR (Una Franja, Una Ruta), algunos analistas  dada su magnitud lo han visto como un plan Marshall del siglo XXI aunque los chinos no aceptan la comparación por ver su plan como una “cooperación abierta” sin condiciones políticas. Casarini apunta las diferentes posiciones estratégicas del asunto, desde las imprescindibles para ello de Pakistán e Irán, como las más complicadas de Rusia que ha estado promoviendo sus propios planes para la Unión Económica Euroasiática (UEE) en lo que sigue considerando su “patio trasero” y de momento el único proyecto que vincula a OBOR y UEE es la construcción de la vía férrea de alta velocidad entre Moscú y Beijing.
“Mientras el crecimiento impulsado por infraestructuras ha funcionado bien en China hasta ahora, dado el control ejercido por el partido comunista, queda por ver si este será el caso en el extranjero, sobre todo en algunas zonas de Eurasia, donde la inestabilidad, los conflictos y la corrupción también podrán interferir en los planes chinos”, sin embargo, “ampliará su influencia económica y política en Eurasia, además de quedar en gran medida a salvo de la intromisión de Estados Unidos, cuyas fuerzas navales dominan las rutas marítimas globales.”
Desde el golfo Pérsico y el golfo de Arabia están las rutas marítimas por las que circula la seguridad energética de China, Arabia Saudí es su primer proveedor de petróleo e Irán tiene a los chinos como mejor cliente para el suyo; para ellos que el petróleo fluya sin conflictos es prioritario como lo es también seguir siendo vista como potencia imparcial y llevarse bien con todos.
Como pieza clave en el enlace entre los mercados de Europa, Oriente Medio y los Balcanes además de un excelente puerto de entrada a la Unión Europea China tiene los ojos puestos en el puerto griego de El Pireo.
Termina Casarini: “Si continúan las tendencias actuales, no será una sorpresa que en el año 2049 –cuando se supone que la franja y la ruta se realicen plenamente- todos los caminos conducirán a Beijing”: el autor no oculta su entusiasmo.
Emmanuel Lincot analiza los desafíos de las rutas, donde plantea que OBOR es un síntoma de la necesidad de competir con los EEUU y parte de la respuesta a las presiones estratégicas y arancelarias de estos: “Beijing desea conferir a Asia Central el papel de punto de encuentro entre China y la Unión Europea, su primer socio comercial. Asia Central, de forma muy significativa, sigue siendo para la diplomacia china uno de sus laboratorios privilegiados.”
También el terrorismo tiene su papel, no solo por la influencia que los Estados del Golfo ejercen sobre los uigures del Xinjiang musulmán –la mayor amenaza de esta naturaleza para China- sino porque la ayuda a Pakistán y a Afganistán tiene un peso importante en esta estrategia.
Lincot alerta del desafío que para los proyectos de la ruta de la seda supone India, situado geográfica y estratégicamente en el centro de las vías marítimas chinas a Oriente Medio y África, donde los chinos han establecido zonas económicas especiales enteramente financiadas y protegidas, y ello demuestra su importancia, con la base militar de Yibuti destinada a garantizar la seguridad de las vías de tránsito en la región del Cuerno de África y las que a través de Bab el Mandeb conectan el golfo de Omán a Suez y luego al Mediterráneo.
“A diferencia del caso de África, el gobierno chino añade actuaciones de cooperación en tecnologías espaciales y aeronáuticas, sobre todo en Brasil. En el sector agrícola, Beijing procura diversificar sus socios. Brasil figura como primer punto en el terreno de la exportación de soja. Pero se trata también de desarrollar su política de suministro de hidrocarburos en relación con Venezuela, de recursos mineros en relación con Chile, de aumentar su patrimonio agrícola con Argentina.” También en América Central se esfuerza por atraer a sus élites, Rafael Correa, ya saliente, es un ejemplo de ello.
Y es que China quiere ser fuerte en el plano económico tanto como seductora en lo cultural como armoniosa en lo social en lo que intentan transmitir como un diálogo transfronterizo.
Hasta ahora el tono del monográfico es claramente favorable a las pretensiones Chinas, así que al lector a estas alturas no le sorprenderá encontrar textos como ¿El nuevo Gran Juego? de Simon Shen desde la Universidad China de Hong Kong (actualizado una y otra vez desde 2010); se refiere en el título a la batalla librada entre el Reino Unido y Rusia en Asia Central en el siglo XIX y que hoy librarían EEUU, Rusia, China y en menor medida India y Japón; y es que el texto advierte de la utilización de la democracia liberal por parte de los norteamericanos para defender sus intereses nacionales en otros países. Y a ello el autor contrapone la “democracia soberana” de Rusia que no es más que un remix –esto lo aporto yo- de nacionalismo ruso y control de su patio trasero, o la “bondad” china del “Estado responsable” que evita confrontación y busca subrayar la “búsqueda de un mundo armonioso”, y es que “Beijing enfatiza los intereses económicos con un lenguaje dirigido a resaltar el bienestar universal que se percibe como un gesto de no intervención en la política interna de los países de Asia Central.” Este texto es de difícil aceptación sin advertencia previa de su carácter propagandístico, máxime en un contexto preparado para ello.
Más interesante es el artículo de Barthélémy Courmont que analiza el auge de la capacidad naval china y que advierte de su actitud contradictoria con su supuesta voluntad de poner fin a las disputas marítimas territoriales con varios de sus vecinos, especialmente en el mar de China Meridional con Taiwán, Filipinas, Malasia, Brunéi y Vietnam, aunque también apunta a que EEUU señala como esenciales en la geopolítica naval china puertos como Gwadar en Pakistán, Chittagong en Bangladesh y otros en Myanmar, Camboya o Tailandia.
Y es que en efecto, la relación con sus vecinos es un gran problema para los chinos.
El riesgo del terrorismo es el asunto que trata Mathieu Duchâtel: y es que aunque el temido hundimiento de las estructuras estatales de algunos países de Asia Central no se ha producido, la presencia del ISIS está latente, pero el centro de gravedad de la política exterior china cabe recordar que “se encuentra en Asia oriental, y se caracteriza por una rivalidad estratégica con EEUU. Todos los principales socios comerciales de China se encuentran en su contorno marítimo: Japón, Corea del Sur, Taiwan y la ASEAN, sin contar con Hong Kong, que sigue siendo, a pesar de su relativo debilitamiento, una puerta de entrada comercial a China continental. Rusia queda en la décima posición, en cuanto a los países de Asia Central, son relegados a una división inferior. Por tanto, los flujos de inversión directa en Asia oriental son los más densos. Por último, también en Asia oriental se concentran todas las prioridades de seguridad nacional de Beijing, entre ellos los tres temas principales de soberanía territorial –Taiwan, el mar de China oriental, el mar de China meridional- además de la península de Corea.”
Es en este contexto en el que el proyecto de integración eurasiática pretende reducir la dependencia del conjunto de la política exterior de China de la evolución de Asia oriental; pero para llevarlo a cabo será necesario invertir en países como Pakistán donde a pesar de los grandes riesgos Beijing sigue impulsando las inversiones o Afganistán donde la presencia de chinos se ha reducido a la mínima expresión por problemas derivados de la seguridad.
La perspectiva norteamericana la tratan en este China la nueva ruta de la seda de Vanguardia Dossier David A. Parker y Daniel G. Sofio desde el más absoluto escepticismo y desconfianza, no solo en su posible realización, también en la capacidad de China de llevarlas a acabo incluido su falta de experiencia, y alegan que aunque EEUU no necesita competir con este tipo de iniciativas que se encontrarán con innumerables problemas, hay riesgos paralelos a ella que deben ser tomados en cuenta por Washington.
No podía dejar de tratarse la visión rusa, lo hace Alexander Gabuev, mucho más optimista, cree que será importante para la competencia china en su área de influencia con la iniciativa estadounidense además de contribuir a la necesidad de salida de capacidad de fuerza y trabajo disponibles, se une a ello la capacidad económica del proyecto ahora que el modelo anterior chino languidece, y para ello Rusia “desempeñaría un papel de proveedor de seguridad utilizando bases militares existentes en Kirguistán y Tayikistán, así como la Organización del Tratado Colectivo de Defensa, mientras que China será el principal inversor y socio comercial de todos los stáns. Así Moscú y Beijing pueden trabajar juntos para estabilizar sus vecinos comunes y defenderse de lo que se percibe como la influencia occidental hostil.”
Vladimir Putin ha logrado que no haya análisis posible sobre Rusia que no incluya la Defensa lo que en contra de lo que los suyos creen, tiene caducidad y es un síntoma de evidente debilidad y decadencia.
Le toca a Europa de mano de Philippe Le Corre que pone el énfasis en la coyuntura actual, quizá demasiado para un proyecto tan a largo plazo, y no deja de recordar muy acertadamente que OBOR podría entrar en competencia con proyectos estadounidenses como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica conocido como TTP y que sigue en fase de negociación con los europeos con diversas polémicas.
Las inversiones de la ruta en el mundo árabe de I-wei Jennifer Chang se centra en el interés de los líderes de Oriente Medio en la ruta terrestre y la vía marítima de la seda procurando intensificar los vínculos económicos. Los mayores proyectos estratégicos que ha realizado China en la región se hallan en Iraq y Arabia Saudí, como también aunque menos en Emiratos Árabes Unidos y Egipto, y aunque fundamentalmente han sido en materia energética, el sector del transporte, el inmobiliario y el metalúrgico tienen un peso importante.
“El One Belt, One Road chino llega para sintetizar la visión global de China y ha definido su estrategia regional en Oriente Medio. Los recursos energéticos de la región seguirán siendo cruciales para el desarrollo industrial de China. Además, la elevada demanda en materia de infraestructuras proporciona un segmento de mercado para que China exporte su exceso de capacidad en acero, aluminio y otros productos…”
Y termina poniendo el acento en el papel que podría cumplir en países pobres como Egipto en su reactivación económica.
África en la estrategia de la nueva ruta de Yun Sun confirma la buena acogida por parte de los líderes africanos del proyecto a pesar de la falta de importancia oficial que los chinos le han dado, el autor lo vincula a la imagen negativa asociada al gran papel desempeñado por los recursos naturales africanos en las relaciones económicas entre China y África. No obstante, los chinos tratarían que su dinamismo en tecnologías y capitales enlazaran con los recursos naturales y mano de obra africanas, transfiriendo sus industrias de trabajo intensivo y exportaciones en declive desarrollarían sistemas industriales propios en el continente africano, y aunque menos de lo que el tema merece, Yun Sun después de afirmar los esfuerzos chinos para la paz, recuerda que la presencia militar china es una inevitable consecuencia.
A estas alturas el lector ya habrá disfrutado de un sinfín de mapas, gráficos y secciones que aportan un extra de información, en ocasiones y en temas como este imprescindibles y que son marca de Vanguardia Dossier.
Xu Shicheng respecto a América Latina y Caribe reclama la extensión del OBOR a la región y pone el énfasis en la declaración de cooperación que durante la gira sudamericana de Xi Jimping se emitió con Brasil y Perú  para la construcción de una línea de ferrocarril para conectar la costa del Pacífico con la del Atlántico entre otros, aunque el autor no cita los cambios políticos de enorme trascendencia que se están produciendo en la región y que no benefician en absoluto las expectativas chinas al contrario de lo que sucede con las norteamericanas.
Necesariamente Xulio Ríos trata la relación de España con la ruta de la seda: más allá de proyectos experimentales como la red ferroviaria Madrid-Yiwu ensayada en 2014 que es la más larga del mundo (13.000 kilómetros) de más que dudosa viabilidad, España habría pedido una revisión de los mapas históricos de la ruta para que acabaran más allá de Venecia en Valencia como apuesta turística, pero otros aspectos como la conexión que la situación geográfica española ofrece entre países europeos, de Oriente Medio y de África podrían tener mayor repercusión. El autor en su devoción habitual por China reclama potenciar vínculos y recuerda que China es el primer país asiático para las exportaciones españolas, además del tercer proveedor de España.

En un mundo en plena transición un proyecto tan a largo plazo como One Belt, One Road, OBOR (Una Franja, Una Ruta), realizado por una potencia de la que hay tantas dudas lógicas sobre su capacidad real y con una trascendencia a nivel mundial tan importante, creerlo viable sería tan absurdo como no ver que en realidad hablamos de un cambio histórico en una China que se proyecta hacia fuera y sale de un ensimismamiento que es más una norma en su historia que una práctica habitual.
En la reseña de Negociando con China de Henry M. Paulson http://elpolemista.blogspot.com.es/2016/03/negociando-con-china-de-henry-m-paulson.html con afán provocador preguntaba si “el gigante se tambalea” para expresar que la posición de China en el mundo está sobredimensionada y pienso que sus intentos de expansión no tardarán en encontrarse con su papel de potencia regional y su necesidad de centrarse en Asia  Meridional y Oriental no impedirán que proyectos incluidos en OBOR se lleven a cabo, pero no como un todo, sino como acciones determinadas marcadas por intereses concretos.

China ha aparecido numerosas veces en diferentes reseñas en El Polemista, también Vanguardia Dossier (incluidos sus números dedicados a China en 2011 (http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/07/china-poder-y-fragilidad-en-vanguardia_01.html ) o a Corea (http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/03/corea-del-sur-el-pequeno-gigante-en.html ), otras en el índice hasta el inicio de 2016 : http://elpolemista.blogspot.com.es/2015/12/indice-completo-de-el-polemista-hasta.html




martes, 15 de marzo de 2016

La desfachatez intelectual de Ignacio Sánchez-Cuenca, y, la rebelión de los politólogos (de algunos).


Sánchez Cuenca realiza toda una traslación de lo que ha sido la deriva política del populismo a la élite intelectual: desde la “caducidad” de su legitimidad (con numerosas menciones a la Transición) a su carácter de “casta”, lo curioso es que aquí no hay “anti tecnicismo” puesto que él como politólogo se arroga la posesión de la cualificación para opinar; y no, la actualidad política no es ciencia política, es también realidad que se puede abordar desde diferentes puntos de vista, también los del literato, el filósofo, el historiador… o cualquiera que crea tener opinión formada y argumentada al respecto. Los politólogos, soy uno más, hemos perdido últimamente cierto sentido de la orientación, y si bien es cierto que nuestro campo de estudio es la Ciencia Política, fuera del ámbito puramente científico queda una parte esencial de la acción política que no es patrimonio de nadie.
Ignacio Sánchez-Cuenca en este La desfachatez intelectual (Ed.Catarata) tira la piedra y esconde la mano, ya se apresura a desmarcarse de otros ejercicios inquisitoriales como el de Gregorio Morán en “El cura y los mandarines”, pero en realidad ha seleccionado a quienes debía “desautorizar” intelectualmente y anteponiendo la crítica ha buscado argumentos para exponerla, en algunos casos como el de Fernando Savater llegando a contextualizar toda su obra con sus ciertamente impropios del sentido común argumentos para la defensa de la tauromaquia.
Antonio Muñoz Molina, Jon Juaristi, Vargas Llosa, Fernando Savater, Félix de Azúa, Javier Cercas, Arturo Pérez Reverte, Amando de Miguel, los economistas César Molinas o Luis Garicano… serían según el autor decadencia fruto de lo que en su día José Luis López Aranguren llamó “el intelectual colectivo” del postfranquismo y ejercerían un “machismo discursivo” utilizando el concepto de Diego Gambetta que les serviría para disfrazar ocurrencias y argumentos poco informados y mal construidos; y es que estos autores han interpretado el reconocimiento a su obra como una carta de impunidad y la utilizan sin el menor recato, especialmente los que tomaron relevancia en los años posteriores al franquismo, mientras la sociedad española ha cambiado estos no lo han hecho nada y sus respectivas formaciones no serían comparables a las de las nuevas generaciones. Constantemente Sánchez-Cuenca cae en estos argumentos temerarios buscados ad hoc.  Pero hay un fondo ideológico en la crítica muy evidente que pone en cuestión la censura científica del autor:
“La llegada de la crisis en 2008 sirvió para hacer más visible la decadencia de las “grandes firmas”. Sus temas favoritos suelen girar siempre en torno al nacionalismo y el ser de España, verdaderas obsesiones patrias: España como problema, el futuro de la nación española, un proyecto para España, España ante sus desafíos territoriales, España ante Europa, los fantasmas del pasado de España, el reto de España ante un mundo global y así sucesivamente. Por eso, cuando la crisis comienza a hacer estragos y aumentan la desigualdad y la injusticia social, apenas tienen nada que decir. No conectan con los problemas cotidianos de la crisis: los desahucios, la emigración de los jóvenes, la pobreza energética, los recortes sociales, la congelación de las ayudas a la dependencia, el paro de larga duración, las ayudas a los bancos, las políticas de austeridad…, nada de esto despierta su interés.”
Dividido en tres capítulos más conclusiones e índices, La desfachatez intelectual dedica el primero a denunciar la incapacidad de estos intelectuales para analizar las relaciones causales entre fenómenos sociales, políticos y económicos aunque lucen más que ninguno a la hora de denunciar o defender ciertos valores gracias a su capacidad dialéctica.
“Lo más frecuente es que el académico metido en los medios evolucione hacia la nada intelectual : un estilo pulido y sugerente, una exposición organizada, una defensa de lugares comunes y tesis que no desentonen ni chirríen en el establishment, en fin, el mejor método para garantizar que no dejen de llegar invitaciones a los más variados actos y proyectos.”
Y así denuncia como el moralismo del escritor en estos casos se construye sobre la desesperación que sufre ante su país y sus conciudadanos, hasta aquí nada nuevo bajo la mirada del intelectual a lo largo de la historia, pero Ignacio Sánchez-Cuenca necesita añadirle su dosis de “populismo” anti intelectual: “ y sus conciudadanos que viven aborregados e imposibilitan con sus actitudes y vicios el progreso de la nación”: tiene su parte de razón obviamente el autor, pero quizá una vez pasado el ruido que está generando La desfachatez intelectual se dé cuenta de que él, en dirección contraria, ha realizado un ejercicio similar al que denuncia.
El resto del libro es un trabajo de disección de las barbaridades y exabruptos de sus víctimas: ensayistas, pensadores, periodistas y académicos, ahora tratados de manera más general y con especial acento en temas como el terrorismo y nacionalismo sufren la lupa del autor; sorprende casos como el de Fernando Savater, quizá se trate de alguna fobia no diagnosticada del autor: “¿Para llegar a un rancio españolismo era preciso pasar por todos los colores posibles del espectro ideológico?”
Siendo politólogo Sánchez-Cuenca debería entender mejor la diferencia entre un jacobino que otorga al Estado la potestad de garantizar el marco en el que se desenvuelven ciudadanos libres e iguales y el nacionalista que atribuye a un hecho casual como la procedencia cualidades sobrenaturales o espirituales, justo de ello fundamentalmente trata ¡No te prives! Defensa de la ciudadanía en su día tratado aquí en El Polemista: http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/12/no-te-prives-defensa-de-la-ciudadania.html
En su feroz ataque a los argumentos contra ETA y el nacionalismo de estos intelectuales el autor, consciente del exceso, necesita a lo largo del texto justificar su postura democrática, tanto, que sorprenderá al lector, entre otras cosas porque las reflexiones políticas que realiza en ocasiones tienen un alto interés y hubieran sido mucho más útiles como afirmaciones y no como objetos arrojadizos buscados para la ocasión.
 “…la descarada derechización de tantos y tantos intelectuales que en su juventud defendieron consignas revolucionarias y anticapitalistas y hoy han recalado en un conservadurismo escéptico y refunfuñador. Sin entrar a realizar juicios de valor sobre dicha evolución, sí parece legítimo plantear algunas dudas sobre el tipo de coherencia intelectual que demuestra que quien en los setenta era todavía revolucionario, o partidario de la violencia, en los ochenta se hizo socialdemócrata, en los noventa, liberal, y más recientemente, conservador. Teniendo en cuenta que dichos cambios se producen siempre de acuerdo con el espíritu de los tiempos, a favor de la corriente dominante y en manada, cabe preguntarse por la seriedad y consistencia de los posicionamientos políticos de nuestras figuras públicas.”
El tercer capítulo, La crisis: merecíamos algo mejor, comienza con escritores y acaba con los economistas antes citados, pero sin duda lo que más sorprenderá al lector es el ataque furibundo contra Antonio Múñoz Molina y su Todo lo que era sólido; de estilo negro, moralismo, sermón laico, victimismo, autoconmiseración, doliente, prosa quejumbrosa… ya lo había dicho en el prólogo en un tono un poco más sensato: “El autor defiende tesis que, despojadas de su buen estilo literario, no pueden ser tomadas seriamente(...)Por muy bien que escriba el autor referido, algo muy profundo falla en nuestra esfera pública cuando se lanzan elogios sin fin a un libro que defiende una tesis tan extravagante."
El análisis de los economistas Garicano, Molinas, incluso algún bofetón perdido cae a otros como José Carlos Díez el lector se hará una idea de en qué consiste que los rebate posicionándolos en el “provincianismo intelectual”, todo ello, una vez más, en una enmienda a la totalidad del ideario ajeno basado en la meticulosa aportación de “pruebas” que hacen la culpabilidad indiscutible.
“Anticuado resulta el estilo de nuestras élites intelectuales, que sigue siendo retórico y alambicado; su enfoque, castizo y literario; y sus opiniones, demasiado personalistas e insuficientemente analíticas. Aunque sea forzar un poco la analogía, padecemos una cierta “cultura de amiguetes”, en la que unos figurones con egos inflados se han convertido, con la complicidad inestimable de los medios de comunicación, en “referentes” de nuestro debate colectivo (…)Frente al individualismo extremo del literato y ensayista que participa en el debate público con una voz propia y fácilmente reconocible, cabe oponer la visión “comunitaria” del conocimiento y la verdad propia de la ciencia(…) Frente a los figurones de siempre, con su ego hinchado y su opinión tajante e idiosincrásica, van surgiendo aquí y allá autores mejor preparados y más especializados…”
Ahora quizá entiendan mi inicio de reseña, anti-elitismo, anti-intelectualismo inverso, apelación a una mayoría científica inconclusa y sin delimitación… puro populismo intelectual.
La edición de Catarata, discreta, incluye el imprescindible índice onomástico.

La desfachatez intelectual podía haber sido una denuncia de nuestra intelectualidad mucho más eficaz y certera si no hubiera sido la motivación ideológica su finalidad, el propio Ignacio Sánchez-Cuenca desvirtúa su trabajo convirtiéndolo en un arma arrojadiza y pierde una excelente oportunidad, porque por otra parte el lector se va a encontrar con una lógica interna en el texto y en el planteamiento que hubieran dado para mucho más; quizá, esa virulencia innecesaria, inexplicable en algunos casos, tenga también su explicación en quien no ha cumplido expectativas.
Como era de esperar La desfachatez intelectual ya ha recibido alguna respuesta de los afectados y habrá más, desgraciadamente este libro además de dañar el prestigio científico de Ignacio Sánchez-Cuenca va a servir para generar mayor crispación y debates estériles, la respuesta de Jon Juaristi en ABC da buena prueba de ello: http://www.abc.es/opinion/abci-escudos-201603140333_noticia.html

Por cierto, de este último podrán encontrar en El Polemista Historia mínima del País Vasco http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/04/historia-minima-del-pais-vasco-de-jon.html y otros libros relacionados con los temas con esta reseña en el índice http://elpolemista.blogspot.com.es/2015/12/indice-completo-de-el-polemista-hasta.html









martes, 8 de marzo de 2016

Negociando con China de Henry M. Paulson, JR, y, ¿el gigante se tambalea?


Un presidente de Goldman Sachs desde 1999 a 2006 y Secretario del Tesoro de Estados Unidos (2006-2009) bajo el mandato de George Bush hijo como Henry Paulson que ha estado tanto en su calidad de banquero como de político negociando con China durante dos décadas y media mientras esta evolucionaba a lo que hoy es, tiene muchas cosas que contar, aunque es probable que este libro escrito hoy tuviera elementos diferentes.
Negociando con China (Ed. Deusto) comienza situándose en la China de 1997 una semana después de la muerte de Deng Xiaoping: “Deng había sido el arquitecto de los extraordinarios cambios que vivía China. Con sentido común, fuerza de voluntad e implacable pragmatismo, había liberado el país de sus cadenas ideológicas y concebido una marca única de «socialismo con características chinas», introducido los principios del mercado y fomentado la empresa individual en la economía, empezando con la agricultura y continuando con la industria y el sector financiero. Los resultados de sus iniciativas de “Reforma y Apertura” iniciadas en 1978, habían sido espectaculares como mínimo. Después del caos político y económico de los últimos años de Mao, el producto interior bruto de China había ascendido con incrementos anuales medios de casi dos dígitos durante dos décadas, sacando de la pobreza a centenares de millones de personas. Abundaban los alimentos básicos, antes escasos.”
Mientras Jiang Zemin tranquilizaba anunciando continuidad en esa línea también había elementos ortodoxos del Partido Comunista Chino que se oponían a que el país abandonara el marxismo o que los trastornos causados por los cambios pudieran desestabilizar la nación, ello a punto de la devolución de Hong Kong para lo que Deng había concebido la fórmula de “un país, dos sistemas”.
Es importante el contexto que señala el autor porque Deng Xiaoping había liderado el periodo histórico conocido como “segunda generación” y que además de la introducción del capitalismo había supuesto la conservación del mando político-militar unido con episodios de gran represión como en 1989 en la plaza de Tiananmen y la “tercera generación” liderada por Jiang Zemin separarán claramente el mando político del militar avanzando en las reformas.
Después vendría el periodo por ellos llamado del “desarrollo científico” liderado por Hu Jintao en que China adelantará a Japón como segunda economía mundial y ahora estamos en el tiempo de Xi Jimping en un momento clave que alcanzará su punto álgido en 2017 cuando cinco delos siete miembros del Comité Permanente del Buró Político deban retirarse debido a su edad en un contexto de incertidumbre económica lo que garantiza una nueva época.
Me permito de momento, aviso al lector, hacer más incidencia en la cuestión política y de actualidad  China interpretada por mí que en el ámbito de los negocios en lo que más incide Henry Paulson, máxime porque aunque el autor avisa, la posición del gigante asiático hoy parece mucho más desfavorable que el año pasado cuando se edita el libro “A pesar de los éxitos de China y de los miedos de muchos ciudadanos de Estados Unidos, el país asiático no es una máquina imparable que ha inventado un modelo económico mejor que el nuestro y acabará dominando pronto el mundo. Más bien al contrario. Su sistema económico necesita una importante remodelación y tiene escasos imitadores. Su sistema político no tiene ninguno. Exagerar la fortaleza de China es tan arriesgado como infravalorar su potencial”
Y es que la evolución del yuan, la fuga de capitales y una deuda que empieza a recordar lo que hemos vivido en Occidente estos años atrás que sufre China comienzan a ser elementos  que plantean serias dudas sobre si se pudiera estar a puertas de una crisis de gran importancia que frenara la que parecía una imparable evolución y parece evidente que del éxito de su imprescindible reconversión industrial dependerá la futura prosperidad.
Henry Paulson en este Negociando con China aborda otra cuestión importante, siempre desde una visión estadounidense de la que ya indica “Una encuesta llevada a cabo por Pew Research Global Attitudes Project publicada a mediados de 2013 mostraba que la aprobación de los norteamericanos con respecto a China había caído catorce puntos en dos años, quedando en un 37 por ciento. La actitud negativa de los chinos respecto a Estados Unidos había aumentado, en cambio, hasta el 53 por ciento, un incremento de siete puntos. Los políticos de ambos países jugaron con estos sentimientos negativos. Las andanadas contra China se convirtieron en una herramienta popular de campaña en Estados Unidos. Los nacionalistas chinos instaron a Pekín a desafiar el orden regional asiático dominado por Estados Unidos. La necesidad de cooperar se transformó en ambos bandos en confrontación(…)China desconfía de las bases militares y las alianzas que Estados Unidos mantiene en su periferia, y no le gusta en absoluto el hecho de que barcos y aviones operen y lleven a cabo labores de vigilancia en la zona. Teniendo todo esto en cuenta, los norteamericanos no deberían llevarse a engaño y pensar que en la próxima década no sólo nos enfrentaremos a una China más asertiva y nacionalista, sino también más potente y capaz, con una armada mucho mayor y más moderna, con armamento avanzado, con una sofisticada capacidad para la guerra cibernética y con la intención de hacer sentir su presencia en Asia y más allá.”
Introduzco esta cita larga porque en la actualidad China realiza la mayor reorganización de sus fuerzas armadas desde 1950 para “ganar guerras” en palabras del propio Xi Jimping, lo cual no solo es un motivo y consecuencia de la intensificación de las demandas territoriales y la escalada armamentística que sufre la región Asia-Pacífico, la presencia de intereses chinos a proteger en todo el mundo o la amenaza terrorista proveniente del oeste chino, también es un intento de Xi Jimping de centralizar más todas las estructuras, también la militar, bajo su tutela.
Ahora sí, el aspecto de los negocios es esencial en este libro, las indicaciones van desde lo puramente práctico, “en China, los mensajes se emiten de maneras que no son siempre directas, ni mucho menos; y, por lo tanto, es imprescindible saber leer e interpretar los signos”, o lo económico “llevan tiempo ansiosos por incrementar su participación e influencia en los bancos tradicionales de desarrollo, pero los actuales accionistas se han mostrado reacios a disminuir su participación. Estados Unidos debería liderar la ayuda para que las instituciones del sistema internacional se adapten a la llegada de nuevos actores como China y conservar la estabilidad que el mundo da por supuesta”, y dos cuestiones a las que el autor da mucha importancia, la preocupación a nivel de seguridad nacional por su capacidad para llevar a cabo la guerra cibernética y el del robo de secretos de empresas norteamericanas afirmando que absolutamente todos los consejeros delegados de empresas estadounidenses que conoce le han hablado de algún que otro intento —a veces exitoso— de origen chino de entrar en el sistema informático de sus firmas. “¿Y qué pasa con las quejas que los norteamericanos tienen con respecto a China? Algunas, como las acusaciones de robo de propiedad intelectual, son legítimas, y deberíamos mostrarnos firmes y decididos en cuanto a buscar una solución. Otros temas, como la pérdida de puestos de trabajo y la gran cantidad de nuestra deuda que está en manos chinas, son complicados, a menudo están distorsionados y se basan, en parte, en cálculos erróneos o en conceptos básicos de economía malentendidos.”
Una advertencia final:
“Pekín ha funcionado muy bien en un sistema económico y de gobernanza global que en gran parte configuró Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Pero no deberíamos hacernos ilusiones y pensar que China se limitará a aceptar eternamente este sistema con la forma que actualmente tiene. De hecho, China ha estado probando alternativas. Un ejemplo de ello es el notorio lanzamiento del New Development Bank por parte de China y los cuatro restantes países del grupo conocido como BRICS, Brasil, Rusia, India y Sudáfrica.”

En fin, China es evidentemente un foco de atención a todos los niveles, en los últimos años oscila ello entre la admiración y el temor y en mi opinión este segundo unido a la preocupación por la evolución de uno de los países claves en las exportaciones mundiales serán determinantes; y habrá momentos de grave tensión militar, especialmente con sus vecinos, y ello que al mismo tiempo que China necesita sacar músculo militar también requiere un contexto favorable para continuar con su preponderancia asiática.


En el índice de El Polemista encontrarán diversas reseñas sobre China o relacionados: http://elpolemista.blogspot.com.es/2015/12/indice-completo-de-el-polemista-hasta.html