No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

miércoles, 28 de junio de 2017

Españoles en París 1940-1944 de Fernando Castillo y la constelación literaria durante la ocupación.


Tras Noche y niebla en el París ocupado (http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/10/noche-y-niebla-en-el-paris-ocupado-de.html ) y París-Modiano (http://elpolemista.blogspot.com.es/2015/11/paris-modiano-de-la-ocupacion-mayo-del.html) Fernando Castillo completa su “Trilogía de la Ocupación” con este Españoles en París 1940-1944, todos ellos editados en Fórcola.
Se trata de un recorrido rápido por la vivencia de los escritores españoles que se encontraban en París entre 1940, año de la ocupación alemana y la liberación en 1944. La obra de estos  no solo es un testimonio de aquellos años, es que la intensidad con la que vivieron esos años y el momento histórico la dotan de particularidades.
El autor ha reunido a más de cuarenta autores de textos de diferentes características, ya sea de forma testimonial, cronística o novelística a través de los cuales puede el lector  hacerse una idea de quienes formaban esa constelación literaria  y de cómo les afectó la Ocupación, tanto personal como literariamente.
Y es que el periodo supone un enlace entre dos momentos de Europa, de Francia  y de los escritores españoles en este país para los que la etapa 1936-1945 supone un cambio radical, que va del viaje iniciático a la ciudad de la modernidad al exilio forzado y el peligro.
“Para muchos escritores y artistas españoles del siglo XX, París ha sido la otra metrópoli, la alternativa a la propia ciudad, casi siempre un aire provinciano frente a la urbe cosmopolita, la capital universal de la cultura, el arte y del lujo, de la vida social y mundana  (…)”. Era París una urbe que, como le escribía el poeta José María Quiroga Plá a Pedro Salinas  en julio de 1939, en unos momentos sin duda adversos, estaba hecha para vivir, al igual que Madrid, y al contrario de otras ciudades como Moscú o Buenos Aires, que –decía- estaban hechas para trabajar. Todos ellos hacían aquello que luego diría Chaves Nogales de que el hombre civilizado tiene dos patrias: la suya y Francia.
Por cierto, Chaves Nogales no estuvo presente en la Francia ocupada, la había abandonado antes en dirección a Inglaterra desde donde contó el ambiente de la défaite y el éxodo de la primavera de 1940 en La agonía de Francia.
En 1940 son distintos los grupos de escritores españoles en París; estaban los que residían en París antes de 1936 como pueden ser los periodistas Enrique Meneses y Mariano Daranas (corresponsal de ABC y ferviente fascista), o el escritor y poeta César González Ruano, además adicto durante esos años a todo tipo de trapicheos. Todo un personaje que desde el tráfico de pasaportes a la venta de obras de arte se relacionaría con todos los españoles en París fueran del signo que fueran. “Con todo, es César González Ruano uno de los escritores más destacados de esa constelación literaria española que vivió en algún momento en el París ocupado, y también uno de los que más y mejor recogieron la realidad de la ciudad en estos años”.
En mi reseña de un libro tan especial y que forma parte de esta trilogía de la Ocupación  Noche y niebla en el París ocupado también de Fernando Castillo (link arriba), mi impresión del individuo tal y como lo plasma el autor era esta:
“Otro de los cuatro protagonistas principales del ensayo será el mucho más que periodista, falsificador, traficante y espía César González Ruano, otro tipo repugnante que comentará después de participar del saqueo de la citada vivienda que estaba decorada “muy a la judía”. Insisto en que una de las claves de este libro está en la magnífica descripción del entorno en el que se mueven sus personajes y de su contexto histórico, sin duda fruto de un impresionante trabajo de documentación.”
 A estos hay que añadir los que llegaron al comienzo de la Guerra Civil, la mayoría huyendo del horror, Gregorio Marañón el más destacado, en su estancia en París finalizó entre otros libros Tiberio. Historia de un resentimiento y Luis Vives (un español fuera de España), este último todo un ejemplo del interés de Marañón por la figura del desterrado.
Y por fin los exiliados tras la derrota republicana, el grupo más numeroso, entre los que estaban Manuel Azaña, Antonio Machado, que entró en Francia acompañado de Corpus Barga y del filólogo Tomás Navarro, Rafael Alberti, María Teresa León, Manuel Altolaguirre… a un campo en Argelia, como Max Aub, o a una deportación a España como Cipriano Rivas Cherif. A pesar del ofrecimiento del cónsul mexicano Gilberto Bosques a Max Aub para que abandone Francia este se quedará para ser detenido por las autoridades de Vichy acusado de comunista – que no lo era- y enviado al campo de trabajo de Djelfa hasta 1942 donde se dirigirá a Veracruz vía Casablanca.
Para casi todos ellos la ocupación fue un momento muy difícil, al desarraigo y a la derrota se añadían las dificultades diarias de su situación.
Los casos son incontables, la erudición ya probada de Fernando Castillo aporta muchos datos y aunque no pretender ser exhaustiva deja una muy buena idea de lo que fue aquella constelación literaria.
Personajes como José María Semprún y Gurrea, quien se exilió en febrero en 1939 procedente de Holanda donde era embajador de la República junto con su prole que incluía a sus dos hijos Jorge y Carlos, luego célebres escritores aunque ambos acabaron presos, uno de ellos tras pasar por la Resistencia.
“Entre los republicanos exiliados en Francia, hay un grupo cuya situación a partir de junio de 1940 es especialmente complicada porque carecían de documentación o habían desempeñado cargos de responsabilidad al servicio de la República. Todos ellos –algunos incluso estaban reclamados por el Gobierno franquista- se encontraban en una situación comprometida, ya fuera ante las autoridades francesas de Vichy o ante las alemanas de ocupación, con lo que el riesgo de deportación a España o de acabar en un campo de concentración era muy superior  al de otros desterrados.”
Curiosamente en esta situación mayoritariamente eran mujeres, entre las que destaca Victoria Kent (1898-1987). Había sido directora general de prisiones desde donde transformó el sistema penitenciario español y durante la Guerra Civil se encargó en París de labores humanitarias relacionadas con la infancia española. Fue objetivo prioritario del siniestro Pedro Urraca, el agregado policial en la Embajada de España que entre otros detuvo y extraditó a Lluís Companys. Refugiada en la legación mexicana durante un año, después vivió en un piso de la Cruz Roja cerca del Bois de Boulogne donde vivió sola como madame Duval hasta la liberación de París; había escrito en ese periodo Cuatro años de mi vida (1940-1944). La edición española prologada por Consuelo Berges, otra escritora perseguida en París.
Otro grupo de escritores exiliados en París distinguible por su origen es el grupo de catalanes. Su obra está escrita en su lengua materna, los más importantes serían Sebastià Gasch, Ferrán Canyameres, Just Cabot, Rafael Tasis, Carles Riba o Mercè Rodoreda. Muy relacionados entre ellos, ante la llegada de los alemanes el grupo huye.
“A todos estos escritores catalanes coincidentes con el París ocupado se podría añadir la singular figura de Joan Estelrich (1896-1958), si no fuera porque, además de no ser catalán sino mallorquín de Felanitx, había llegado a Francia antes de la Guerra Civil y, sobre todo, porque su condición de agente del SIFNE –el servicio de inteligencia montado por su amigo Francesc Cambó y dirigido por José Bertran i Musito al servicio de Franco- le envía al muy literario grupo de los escritores espías…”. Emilio Herrero, otros corresponsales José Ramón Alonso, Mariano Daranás (ABC), que denunciaría como masones a otros periodistas españoles como Felipe de Solms (además de judío) y Bartolomé Calderón Fonte de Arriba.
“Al llegar la Liberación en agosto de 1944, este universo de las letras españolas que vivió la Ocupación en París desapareció definitivamente. Durante la guerra mundial y a causa de las dificultades económicas y de lo adverso de la situación, sobre todo desde finales de 1941, ya algunos de sus miembros habían dejado Francia para regresar a España, incluso a riesgo de sufrir represalias por su pasado republicano.

Es la cuarta vez que El Polemista hace reseña de Fernando Castillo; su capacidad para introducir al lector en el ambiente que trata es realmente sorprendente, además de la aportación histórica que en ocasiones roza la literaria en la descripción de los individuos y su lectura resulta muy particular, y ello a pesar que en esta “Trilogía de la Ocupación” este Españoles en París 1940-1944 es más escueto y menos literario. Pero ya el autor es una referencia en la cuestión.

La edición de Fórcola otra vez impecable, al buen gusto habitual, la excelente bibliografía que aporta el autor y el imprescindible índice onomástico suma las fotografías de muchos de los autores, de los libros…

De Fernando Castillo también encontrarán en este blog Los años de Madridgrado : http://elpolemista.blogspot.com.es/2016/11/los-anos-de-madridgrado-de-fernando.html  y de temáticas relacionadas numeroso títulos en el índice de El Polemista http://elpolemista.blogspot.com.es/2016/12/indice-de-el-polemista-hasta-2017.html